domingo, 24 de novembro de 2013

La crónica de una entrevista en la Universidad Intercultural Amawtay Wasi


La crónica de una entrevista en la Universidad Intercultural Amawtay Wasi

Adriana Rodríguez Caguana

Estaba terminando mi tesis de maestría sobre la educación intercultural bilingüe en el Ecuador y su relación con los derechos Humanos, cuando descubrí la Universidad bilingüe Amawtay Wasi. Los primeros textos que leí sobre ella procedían de los teóricos decoloniales, como Walsh (2006). 

Esta propuesta educativa a nivel universitario me invitaba a nuevas reflexiones mucho más profundas de aquellas que me había propuesto en la maestría. ¿Qué es la ciencia y cómo se construyó? ¿Las lenguas indígenas, por qué sobrevivieron y para qué? Estas preguntas me llevaron directamente a hacer un nuevo proyecto de investigación.

En noviembre del 2011 fui a la ciudad de Córdoba donde se desarrollaba un Congreso de Educación Intercultural, el invitado estrella era Fernando Sarango, director de la Universidad Amawtay Wasi. Yo espera con impaciencia encontrarlo y hacerle una entrevista. Caminaba por el parque central con mi madre cuando vi a un hombre caminar con vestimenta indígena, le dije a mi mamá “es él”.  Me acerqué y en menos de 5 minutos sin parar de hablar le dije todo lo que tenía en mi cabeza. El rector me miraba sonreído y dijo cordialmente: “Qué buena cosa que estés acá, ¿cómo te va?”. De forma sorpresiva me invitaba a una charla más fraterna. En su conferencia en Córdoba lo que más recuerdo fue su dura observación de los escasos docentes indígenas en las escuelas de Argentina. Decía que mientras no haya docentes indígenas hablando en su propia lengua era imposible consolidar una propuesta educativa anticolonial.

Al finalizar el evento, Fernando me dio su tarjeta y me pidió que lo visite cuando vaya a Ecuador. El 10 de enero del año 2012 llegué a Quito y me dispuse a ir a la tan esperada Universidad. Quedaba en el centro histórico. Me perdí durante horas porque esperaba encontrarme con una gran construcción colonial y un gran letrero. Después de varios intentos, entre subidas y bajadas, encontré la avenida Gran Colombia y Antonio Elizalde y una casa vieja con un letrero pequeño que estaba al interior de un corredor que decía “Universidad Intercultural Amawtay Wasi”  un timbre estaba a su costado con un pequeño letrero.

Cuando subí me atendió la secretaria Nancy Guzmán, del pueblo Huaranca. La Universidad estaba en el segundo piso de una vieja construcción. Me asombraba ver sus escasos recursos, “tan pobre y tan famosa”. La secretaria me dio algunos datos de la Universidad y las tres carreras que tenía, en ciencias de la educación intercultural, arquitectura ancestral y agroecología. En la primera se encontraba la mayor parte de la población indígena.

Mientras veía el espacio reducido de las instalaciones le preguntaba dónde recibían las clases si había tan pocas aulas. Me contestó que las clases se recibían en las comunidades, por lo que no hacían falta muchas aulas. En Conocoto se desarrollaba las clases de arquitectura; las de agroecología en Tabacundo y en la comunidad La Esperanza, y las clases de licenciatura en educación intercultural bilingüe en Teinta, cantón Saraguro, de donde es Fernando Sarango.

En ese tiempo la Universidad contaba con cerca de 200 estudiantes, la mayoría se encontraba en la carrera de ciencias de la educación y pagaban una pensión mínima. Me llamó la atención que los estudiantes tuviesen que pagar una pensión. Pero esa pregunta me la reservé para la entrevista. Después de un rato pasé a una de las aulas y el rector me saludó cálidamente. Le dije que era una entrevista no muy formal y poco estructurada porque era mi primera visita. La primera pregunta que le hice fue sobre la calificación y evaluación de la Universidad.

A: Fernando, cuéntame cómo va el proceso de calificación y evaluación de la universidad Amawtay Wasi?

F: Anteriormente la CONEA la calificó con categoría E a la Universidad, la más baja, porque lo hicieron con parámetros occidentales, esto nos motivó a presentar un recurso ante la Corte Constitucional la que nos dio la razón porque la Amawtay Wasi no podía ser evaluada ni calificada por parámetros occidentales. Ahora, finalmente, conseguimos un proceso de evaluación pero con parámetros más específicos para la universidad, bajo el convenio 169, conjuntamente se está construyendo  una guía de evaluación con perspectiva intercultural. Recuerdo una anécdota muy linda que una vez que vinieron los evaluadores yo le había dicho a todo el personal que hablaran en kwichua, que si nos iban a evaluar que nos evalúen en nuestra lengua. Llegaron los evaluadores y se tuvieron que ir porque ninguno habla kwichua.

Nos reímos un rato de la anécdota, le dije que me parecía excelente poner en evidencia la occidentalización de estas instituciones evaluadoras. Además, era una reafirmación identitaria. Retomamos la entrevista y Fernando continuó:

F: Por otro lado la Universidad no recibe financiamiento del Estado, ni un solo centavo;  la idea es tratar de pasar la evaluación y luego pelear el financiamiento respetando nuestra autonomía tal como lo manda el 169. Independientemente de todo esto, vamos a ir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos porque se tiene una sentencia de la Corte Constitucional hay un incumplimiento y una violación de nuestros derechos y lo vamos a reclamar

A: ¿Ahh entonces es por eso que se cobra una pensión mínima? Eso no lo sabía... entonces ¿Cómo se financia la Universidad amawtay Wasi?

Con una pensión de unos 50 dólares al mes, en comunidades donde estamos con los Saraguros, Shuar. Las organizaciones nos dan sus espacios, aproximadamente 2 hectáreas para hacer actividades. Esto hace que se reduzcan los costos, hace que la comunidad sea parte del proceso, cuando nos reunimos ahí, le llamamos la fiesta de la cosecha y los estudiantes hacen su exposición.

Recuerdo que la noticia de no contar con ningún financiamiento por parte del Estado sobrepasaba mis conocimientos de lo que había aprendido en la legislación internacional sobre derechos de los pueblos indígenas. El Estado estaba obligado a hacerlo porque así lo decía el Convenio 169 de la OIT y la Declaración Universal de Pueblos Indígenas. Con cierta incredulidad le pregunté:

A: No les dan ni un centavo, pero eso no puede ser, eso sería estar en contra de lo que estipula la 169 y la Declaración de Pueblos Indígenas, el Estado está obligado a hacerlo.

F: Adriana creo que usted vive todavía en la ilusión liberal. La declaración por sí sola no cambia la realidad de injusticia en la que vivimos.

Recuerdo haberme sonrojado ante mi pregunta que revelaba inexperiencia, propia de una abogada sin mucho terreno de juego. Traté de sobrellevar con altura mi vergüenza y cambié el tema, tratando de hacer otra pregunta más interesante.

A: ¿Usted cree que efectivamente el Estado ecuatoriano cambió después de la Constitución plurinacional del 2008?

F: El Estado sigue igual, la construcción del Estado plurinacional es compleja. Están preocupados por la interculturalidad vista desde lo folklórico. Esto es vergonzoso, una visión intercultural que nos pone en ese ámbito.  Este gobierno ha sido el único que ha eliminado instituciones específicas de los indígenas como el CODENPE y la dirección de la educación intercultural bilingüe. Existe una ignorancia de la misma democracia.  El proyecto del movimiento indígena no es compatible con el de Estado-Nación. De una cosa estamos claros y es que el proceso de blanqueamiento no ha terminado y no terminará.

Con la centralización del DINEIB se va a implementar una educación occidental, ya empezaron a cambiar el uniforme regalándolo, pero esto es una forma sutil de imponer, de asimilar. No nos interesa imponer un litigio con esto. Ahora estamos buscando un sistema más autónomo  de educación indígena donde se nos transfiera los recursos. El Estado nos quitó siempre todo pero nosotros siempre volvimos a recuperar lo perdido, ya estamos acostumbrados a eso, por eso no nos detendrán.

La última frase la dijo en el mismo tono de siempre, calmado sin dejar de ser reflexivo y profundo. A mí se me había hecho un nudo en la garganta. Sentía impotencia y me solidarizaba con su causa pero no sabía cómo decirlo sin perder la compostura y objetividad de una investigadora. Tragué saliva y volviendo a mi compostura le pregunté:

A: Entonces ¿Considera que es un retroceso lo que está pasando en la educación intercultural bilingüe? Disculpe si hago preguntas no muy acertadas y reiterativas pero me interesa mucho ese tema

F: Verá, es un mal que no tiene remedio, el Estado siempre actuará de la misma forma, centralizar. Pero el Estado Plurinacional que nosotros proponíamos nos permitía actuar territorialmente para poder crear un proceso de formación diferente. Sin embargo, se sigue fortaleciendo el Estado nación, no hay plurinacionalidad. El mejor regalo es el pachacmac, pero ahora empezamos a ver el camino de la libre determinación, esta es definitivamente nuestra vía. No hay otra. Un sistema democrático que no funciona, que nos está llevando a la exterminación de los pueblos indígenas. En este contexto no nos interesa ni siquiera poner un presidente en este Estado moderno, sería para que lo acorralen, el camino está en trabajar con las comunidades.  El pensamiento occidental es universal, imagínese que ahora la interculturalidad está sirviendo para universalizar, para que las organizaciones dejen sus instituciones. Es necesario mantener los espacios específicos.

Pensaba en ese momento en la conformación del Estado ecuatoriano, el mismo que les había negado la ciudadanía y los derechos políticos hasta 1978 por ser “analfabetos”. El que en 1990, con Rodrígo Borja de presidente, había decidido festejar junto a España los 500 años del gran “encuentro” llamado el “día de la raza” desatando el rechazo y la movilización del movimiento indígena. El Estado que había tomado como una afrenta el canto del himno nacional en kwichua, los ciudadanos de la “alta clase” quiteña les habían negado el alojamiento en los hoteles. Al final era un pobre Estado acomplejado de su ser barroco, como lo diría Bolívar Echeverría (2011), queriendo modernizarse a toda costa para blanquearse y blanquearnos. Le hice una pregunta que no estaba planificada pero que no pude dejar de hacerla: A: ¿Pero , nunca se han planteado alguna forma de tomar el ejecutivo y aplicar en Estado plurinacional de verdad. Fernando se detuvo un rato; después, dijo levantando un poco el tono, como no lo había hecho hasta entonces: Con que no nos jodan sería suficiente.

Me quedé un rato inmóvil, pensando si la pregunta era impertinente, y si había sido demasiado infantil. Después de un rato de mirarnos en silencio Fernando retomó la palabra: Nosotros seguimos luchando para destruir un espacio viejo; donde la democracia es maniobrada ¿Qué es la democracia entonces? ¿Un lugar donde un solo hombre manda? Nos quieren vender esto cuando nosotros hemos vivido en consenso para elegir nuestras autoridades que tienen un alto compromiso con sus comunidades. El Estado plurinacional no es sólo para los indígenas, es un Estado para todos.

En un momento me encontraba dibujando en mi cuaderno de apuntes, otro rato de silencio. Después le dije algo nerviosa, creyendo que había perdido el foco del encuentro:

 A: Bueno ¿Volviendo al tema de la universidad que la habíamos dejado de lado, piensa que va a seguir a pesar de no tener calificación?

F: No nos salimos de tema, siempre estuvimos hablando de la Universidad Amawtay Wasi, ¿Qué son las universidades sino las reproductoras del sistema?, nosotros queremos cambiar el sistema y para eso es importante cambiar la ciencia y la forma de construirla desde nuestros conocimientos que siempre fueron negados. Es parte de lo mismo”

Recordé entonces cuando visité una escuela bilingüe en el Chimborazo y vi una reunión de padres y madres de familia en el que se discutía sobre las próximas elecciones en la comunidad y los pagos diarios de la comida en la escuela, todo junto. Ese  nocivo arte de la separación que bien señala Walzer (1984), en el que estaba metida sin poder salir fácilmente, El paradigma no solo individualista sino separatista, fraccional en el que me había formado me dificultaba entender otras lógicas comunitarias.

Finalmente no supe qué más decir, me sentía inexperta, estaba contenta pero tenía tanto para aprender, pensaba en ese momento que era tan difícil mi tesis. ¿Cómo iba a explicar eso a la comunidad científica? ¿Una universidad que quiere transformar no sólo el país sino la ciencia? Me despedí de Fernando cortésmente, esperando no haberlo importunado.

A: Bien Fernando, muchas gracias por la gentileza de haberme recibido. Tengo más preguntas para hacerle, sobre todo esto del tiempo circular en la enseñanza y las clases en las comunidades pero bueno, será en un próximo encuentro.

Fernando me sonrió y me abrazó: cuando quieras, nos alegra mucho que los académicos vengan y hablen con nosotros, necesitamos apoyo para que esta universidad siga. ¿Académicos? Pero si Fernando era uno de los académicos más claros que había escuchado. Obviamente se refería a los académicos que seguíamos en las lógicas occidentales.

Casi dos años después se anunció el cierre de la Universidad Amawtay Wasi, no había logrado obtener la calificación mínima. Se habían aplicado los mismos parámetros para medir la “calidad educativa”. Se anunció también la apertura de nuevas universidades indígenas administradas desde el Estado. Un recuerdo repentino me conmovió  y me llevó a escribir esta crónica de aquella entrevista que me marcó. Ahora me pregunto críticamente: los académicos que vimos y admiramos a esa universidad ¿Cuánto dimos para que no la cierren? ¿Cuántos artículos y hasta tesis de postgrado se hicieron gracias a la Universidad? Y sin embargo ¿Cuántos académicos estuvieron el día que la cerraron? Supongo que no hay tiempo para arrepentimientos porque es la hora de levantar las banderas de la resistencia política pero también epistemológica y anticolonial, una enseñanza que nos dio la Universidad Comunitaria e Intercultural de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas Amawtay Wasi.

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Walsh, Katherine (2006): “Interculturalidad y Colonialidad del poder. Un pensamiento y posicionamiento otro desde la diferencia colonial”, en Interculturalidad, decolonización del Estado y del conocimiento. Buenos Aires. Ediciones del signo

Walzer, Michael (1984): Liberalism and the art of separation. Polytical theory

Echeverría, Bolívar (2011): Crítica de la modernidad capitalista. Antología. La Paz, Edic. .

Reproduzido de Adriana Rodríguez Caguana Facebook
24 nov 2013

quarta-feira, 20 de novembro de 2013

La Universidad Amawtay Wasi y um Boletín de CEAACES


La Universidad Amawtay Wasi y um Boletín de CEAACES

Cerrada la Universidad Amawtay Wasi, tal como estuvo planeado. Que le preocupa ahora al CEAACES?

EL CEAACES, preocupado por la reacción nacional y continental que ha suscitado el cierre definitivo de la Universidad Amawtay Wasi, ha emitido un Boletin en el que pone enfasis que la Universidad obtuvo un MÍNIMO puntaje del 26,9%, es decir que, por esta razón se cierra. Pero no hablan nada del modelo de evaluación ilegal e impertinente, que andaban grabando clandestinamente al personal de la Universidad y que los Veedores Internacionales de la Red de Universidades Indígenas Interculturales y Comunitarias de Abya Yala RUIICAY, con fecha 6 de octubre del 2013 ya constataron que la "evaluación" estaba plagada de irregularidades y vicios de nulidad.

Anexamos la carta emitida por los veedores al presidente del CEAACES.


15 nov 2013



CEAACES es el Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior dl Ecuador. Fotografía del sitio abajo.


segunda-feira, 18 de novembro de 2013

Naomi Klein: Por qué necesitamos una eco-revolución - Why we need an eco-revolution

Naomi Klein, 2010 Toronto Police Headquarters . Whoami-whoareyou

Por qué necesitamos una eco-revolución

Naomi Klein

En diciembre de 2012, un investigador de sistemas complejos con el pelo teñido de rosa, Brad Werner, se abrió camino entre una multitud de 24.000 geólogos y astrónomos en el Congreso de otoño de la Unión Geofísica Americana que se celebra cada año en San Francisco. Las conferencias de este año acogían participantes de renombre, desde Ed Stone, del proyecto Voyager de la NASA, que explicaba un nuevo hito en el camino hacia el espacio interestelar, hasta el director de cine James Cameron, que compartía con los asistentes sus aventuras en batiscafos de profundidad.

Sin embargo, fue la sesión del propio Werner la que levantó más controversia. Tenía por título “¿Está la tierra jodida?” (título completo: “¿Está la tierra jodida? Inutilidad dinámica de la gestión medioambiental y posibilidades de sostenibilidad a través del activismo de acción directa.”).

De pie en la sala de conferencias, el geofísico de la Universidad de California en San Diego, mostró a la gente el avanzado modelo informático que estaba usando para responder a dicha pregunta. Habló de los límites del sistema, de perturbaciones, disipaciones, puntos de atracción, bifurcaciones y de un puñado de muchas otras cosas que son tan difíciles de comprender para quienes somos legos en la teoría de los sistemas complejos. No obstante, el tema de fondo estaba más que claro: el capitalismo global ha hecho que la merma de los recursos sea tan rápida, fácil y libre de barreras que, en respuesta, “los sistemas tierra-humanos” se están volviendo peligrosamente inestables. Cuando un periodista le presionó para que diera una respuesta clara sobre la pregunta “¿estamos jodidos?”, Werner dejó a un lado su jerga para contestar: “más o menos”.

Sin embargo, había una dinámica en el modelo que ofrecía alguna esperanza. Werner lo denominó “resistencia”: movimientos de “gente o grupos de gente” que “adoptan un cierto tipo de dinámicas que no encajan con la cultura capitalista”. Según el resumen de su comunicación, esto incluye “acción directa medioambiental y resistencia proveniente de más allá de la cultura dominante, como las protestas, bloqueos y sabotajes perpetrados por indígenas, trabajadores, anarquistas y otros grupos activistas”.

Las reuniones científicas serias, normalmente, no implican llamadas a la resistencia política en masa, mucho menos acciones directas y sabotajes. No es que Werner estuviera exactamente convocando estas acciones. Simplemente tomaba nota de que los levantamientos en masa de la gente (en la línea del movimiento abolicionista, de los derechos civiles o del “Ocupa Wall Street”) representan la fuente más probable de “fricción” a la hora de ralentizar una máquina económica que está escapando a todo control. Sabemos que los movimientos sociales del pasado han tenido una “tremenda influencia en… cómo la cultura dominante ha evolucionado”, señaló. Así que es lógico que “si pensamos en el futuro de la tierra, y en el futuro de nuestro acoplamiento al medio ambiente, tenemos que incluir la resistencia como parte de la dinámica.”. Y eso –argumentó Werner-, no es una cuestión de opinión, sino un “verdadero problema de geofísica”.

Muchos científicos se han visto forzados a salir a la calle por los resultados de sus descubrimientos. Físicos, astrónomos, doctores en medicina y biólogos se han situado al frente de movimientos contra las armas nucleares, la energía nuclear, la guerra, la contaminación química y el creacionismo. Así, en noviembre de 2012, la revista Nature publicó un comentario del financiero y filántropo medioambiental Jeremy Grantham, urgiendo a los científicos a unirse a esta tradición y a “ser arrestados si fuera necesario”, porque el cambio climático “no es solo la crisis de vuestras vidas: es también la crisis de la existencia de nuestra especie”.

No hace falta convencer a algunos científicos. El padrino de la moderna ciencia climática, James Hansen, es un activista formidable que ha sido arrestado alrededor de media docena de veces por su lucha por el cierre de las minas de carbón en las cimas de las montañas y contra los gaseoductos de gas de esquisto (incluso este año dejó su trabajo en la NASA, en parte para tener más tiempo libre para sus campañas). Hace dos años, cuando fui arrestada en las inmediaciones de la Casa Blanca en una acción masiva contra el gaseoducto de gas de esquisto Keystone XL, una de las 166 personas que había sido esposada ese día era un glaciólogo llamado Jason Box, un experto sobre el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia mundialmente reconocido. 
    
“No podía seguir respetándome a mí mismo si no iba,” dijo Box en aquel momento, añadiendo que “parece que, en este caso, no es suficiente con votar. También necesito ser un ciudadano”.

Es admirable. Pero lo que Werner está haciendo con su modelo es diferente. Él no está diciendo que su investigación le llevara a tomar parte activa contra una política en particular; lo que está diciendo es que su investigación muestra que todo nuestro paradigma económico es un desafío a la estabilidad ecológica. Y, claro está, desafiar este paradigma económico con un movimiento de masas reactivo resulta la mejor baza humana para evitar la catástrofe.

Eso es muy fuerte. Pero no está solo. Werner forma parte de un pequeño pero cada vez más influyente grupo de científicos cuyas investigaciones en el campo de la desestabilización de los sistemas naturales (de los sistemas climáticos, en particular) les está llevando a conclusiones transformativas, incluso revolucionarias, similares. Y para cualquier revolucionario en el armario que alguna vez haya soñado con derrocar el actual orden económico a favor de algún otro que como mínimo no lleve a los pensionistas italianos a colgarse en sus casas, este trabajo debería serle de un especial interés. En gran medida, porque hace que cruzar el abismo entre este cruel sistema y otro nuevo (tal vez, con mucho trabajo, un sistema mejor) no sea ya una mera cuestión de preferencia ideológica, sino más bien de una exigencia para la existencia de nuestra especie en este mundo.

Al frente de este grupo de nuevos científicos revolucionarios se encuentra uno de los máximos expertos en cuestiones climáticas en Gran Bretaña, Kevin Anderson, director adjunto del Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático, que en muy poco tiempo se ha situado como una de los centros de investigación sobre el clima más importantes en el Reino Unido. Dirigiéndose a todos, desde el Departamento para el Desarrollo Internacional hasta el Ayuntamiento de Manchester, Anderson se ha pasado más de una década popularizando pacientemente los resultados de la ciencia climática más moderna a políticos, economistas y activistas.  En un lenguaje claro y comprensible, ha ofrecido una rigurosa hoja de ruta para la reducción de la emisión de gases contaminantes que persigue frenar el aumento de la temperatura global a menos de 2 grados centígrados, objetivo que la mayoría de los gobiernos consideran imprescindible para evitar la catástrofe.

Sin embargo, en los últimos años, los documentos y las diapositivas de Anderson se han ido haciendo más alarmantes. Con títulos como “El cambio climático: más allá de lo peligroso… Cifras brutales y esperanzas endebles”, señala que las probabilidades de quedarse en algo parecido a unos niveles de temperatura seguros están disminuyendo rápidamente.

Junto con su colega, Alice Bows, experta en control climático en el Centro Tyndall, Anderson señala que hemos perdido tanto tiempo con políticas ambiguas y con tímidos programas climáticos (mientras las emisiones globales crecían sin control), que ahora tenemos que enfrentarnos a recortes tan drásticos que incluso llegan a desafiar la lógica fundamental de priorizar el crecimiento del PIB por encima de todo. 

Anderson y Bows informan de que el tan a menudo citado objetivo de reducción a largo plazo (un recorte de más de un 80% de las emisiones de 1990 para el 2050) ha sido fijado por razones de conveniencia política y que no tiene “ninguna base científica”. Esto es debido a que los impactos sobre el clima no provienen de lo que emitamos hoy o mañana, sino del cúmulo de emisiones que se han ido sumando en la atmósfera a lo largo del tiempo. Además, avisan de que centrarse en objetivos de aquí a tres décadas y media –en lugar de enfocarlos hacia lo que podemos hacer para recortar carbono de forma tajante e inmediata- supone un grave riesgo de seguir permitiendo que las emisiones aumenten vertiginosamente en los próximos años, y que de ese modo se superará con creces nuestro “objetivo de carbono” hasta los 2 grados centígrados, y, entrado el siglo, nos encontraremos ante una tesitura imposible de encarar.

Esta es la razón por la que Anderson y Bows argumentan que, si los gobiernos de los países desarrollados se muestran serios a la hora de alcanzar el acordado objetivo internacional de mantener el calentamiento por debajo de los 2 grados centígrados, y siempre que las reducciones vayan a respetar cualquier tipo de principio equitativo –básicamente, que los países que han estado arrojando carbono durante casi dos siglos necesitan recortar sus emisiones antes que los países en los que más de mil millones de personas todavía no tienen electricidad-, entonces, las reducciones deben ser mucho más profundas y tienen que llegar mucho antes.

Incluso disponiendo de una probabilidad de 50/50 de alcanzar el objetivo de los 2 grados (la cual, como ellos y muchos otros avisan, ya implica enfrentarse a una serie de impactos climáticos bastamente dañinos), los países industrializados necesitan empezar a recortar sus emisiones de gases de efecto invernadero alrededor de un 10 por ciento al año. Y deben empezar ya. No obstante, Anderson y Bows dan un paso más, al señalar que este objetivo no puede lograrse con modestas penalizaciones por emisión de carbono o con las soluciones ofrecidas por la tecnología ecológica, normalmente defendidas por las grandes “corporaciones verdes”. Desde luego que estas medidas pueden ayudar, pero no son suficientes: una reducción del 10 por ciento en las emisiones, año tras año, resulta inaudita desde el momento en que empezamos a energizar nuestras economías con carbón.  De hecho, los recortes por encima de un 1 por ciento al año “se han visto históricamente asociadas a recesiones económicas o a crisis políticas”, tal y como indicó el economista Nicholas Stern en su informe de 2006 para el gobierno británico.

Ni siquiera con la desintegración de la Unión Soviética hubo reducciones de tal duración y profundidad (los países soviéticos experimentaron un promedio de reducciones anuales de apenas un 5 por ciento en un período de diez años). Tampoco ocurrieron tras el crack de Wall Street en 2008 (los países ricos experimentaron un descenso de un 7 por ciento de emisión entre 2008 y 2009, pero sus emisiones de  CO2 remontaron fuertemente en 2010, y las emisiones en China y en la India han seguido creciendo). Solo después de la gran crisis de 1929, los Estados Unidos vieron, por ejemplo, como las emisiones descendían durante varios años consecutivos más de un 10 por ciento anual, según los datos históricos del Centro de Análisis e Información de Dióxido de Carbono. Pero esa fue la peor crisis económica de los tiempos modernos.

Si queremos evitar ese tipo de carnicerías a la hora de lograr nuestros objetivos con base científica en las emisiones, la reducción del carbono debe gestionarse con cuidado a través de lo que Anderson y Bows describen como “estrategias de decrecimiento radicales e inmediatas en EEUU, la UE y en otras naciones ricas”. Lo que está muy bien, si no fuera por el hecho de que resulta que tenemos un sistema económico que fetichiza el crecimiento del PIB sobre todo lo demás, sin importar las consecuencias humanas o ecológicas, y en el que la clase política neoliberal hace tiempo que ha rechazado su responsabilidad de gestionar nada (ya que el mercado es el genio invisible a lo que todo debe ser confiado).

Así que lo que Anderson y Bows están realmente diciendo es que todavía queda tiempo para evitar un calentamiento catastrófico, pero no según las reglas del capitalismo tal y como hoy se plantean. Algo que tal vez sea el mejor argumento que jamás hayamos tenido para cambiar esas reglas.

En un ensayo de 2012 aparecido en la influyente revista científica Nature Climate Change, Anderson y Bows lanzaron un guante, acusando a muchos de sus colegas científicos de no ser transparentes a la hora de exponer los cambios que el cambio climático precisa de la humanidad. Vale la pena citarles por extenso: “…a la hora de desarrollar los marcos de emisión de gases, los científicos constantemente subestiman las implicaciones de sus análisis. Cuando se trata de la cuestión de evitar el aumento de los 2 grados centígrados, se traduce “imposible” por “difícil, pero se puede hacer”; “urgente y radical”, por “desafío”: todo para apaciguar al dios de la economía –o, más concretamente, al de las finanzas-. Por ejemplo, para evitar salirse del porcentaje máximo de reducción de emisiones dictado por los economistas, se asumen los anteriores niveles máximos “de forma imposible”, junto con ingenuas nociones de “alta” ingeniería y con las tasas de utilización de infraestructuras bajas en carbón. Y lo más inquietante es que cuanto más menguan los presupuestos sobre emisiones, más se propone la geoingeniería para asegurar que el dictado de los economistas permanezca incuestionable”.

En otras palabras, para aparecer razonable en los círculos económicos neoliberales, los científicos han estado haciendo la vista gorda de manera escandalosa con las consecuencias derivadas de sus investigaciones. Hacia agosto de 2013, Anderson estaba dispuesto a ser incluso más tajante, al escribir que habíamos perdido la oportunidad de cambios graduales. “Tal vez, durante la Cumbre sobre la Tierra de 1992, o incluso en el cambio de milenio, el nivel de los 2 grados centígrados podrían haberse logrado a través de significativos cambios evolutivos en el marco de la hegemonía política y económica existentes. Pero el cambio climático es un asunto acumulativo. Ahora, en 2013, desde nuestras naciones altamente emisoras (post-) industriales nos enfrentamos a un panorama muy diferente. Nuestro constante y colectivo despilfarro de carbono ha desperdiciado toda oportunidad de un “cambio evolutivo” realista para alcanzar nuestro anterior (y más amplio) objetivo los  2 grados. Hoy, después de dos décadas de promesas y mentiras, lo que queda del objetivo de los 2 grados exige un cambio revolucionario de la hegemonía política y económica” (la negrita es suya).

Probablemente no debería sorprendernos que algunos climatólogos estén un poco asustados por las consecuencias radicales de sus propias investigaciones. La mayoría de ellos solo estaban haciendo tranquilamente su trabajo, midiendo núcleos de hielo, elaborando sus modelos de climatología global y estudiando la acidificación de los océanos, hasta llegar a descubrir, tal y como dijo el experto climatólogo australiano Clive Hamilton, que “estaban, sin quererlo, desestabilizando el orden social y político”.

Sin embargo hay mucha gente bien informada de la naturaleza revolucionaria de la climatología. Es la razón por la que algunos gobiernos que han decidido tirar a la basura sus compromisos con el clima para seguir produciendo más carbón han tenido que encontrar maneras todavía más bestias para acallar e intimidar a sus propios científicos. En Gran Bretaña, esta estrategia se está haciendo más patente en el caso de Ian Boyd, el principal consejero científico del Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales, al escribir hace poco que los científicos deberían evitar “sugerir que políticas son buenas o malas” y que deberían expresar sus puntos de vista “colaborando con asesores oficiales (como yo mismo), y siendo la voz de la razón, más que de la disidente, en el ámbito público”.

Para saber a dónde conduce esto, solo hace falta mirar lo que ocurre en Canadá, donde vivo. El gobierno conservador de Stephen Harper ha hecho un trabajo tan eficaz a la hora de amordazar científicos y cerrar proyectos de investigación críticos que, en julio de 2012, un par de miles de científicos y simpatizantes celebraron un funeral bufo ante el Parlamento en Ottawa, quejándose de “la muerte de la evidencia”. Sus carteles decían: “no hay ciencia, no hay evidencia, no hay verdad.”

Pero la verdad siempre reluce. El hecho de que el negocio-habitual-de-búsqueda-de beneficios y crecimiento este desestabilizando la vida en la tierra ya no es algo que tengamos que leer en las revistas científicas. Los primeros síntomas se están desplegando ante nuestros ojos. Y el número de personas que están reaccionando también crece a medida que sucede: bloqueando las explotaciones de gas de esquisto en Balcombe, interfiriendo en las perforaciones en el Ártico en aguas rusas (a un tremendo coste personal); llevando a juicio a las compañias de energías bituminosas por violar la soberanía indígena, entre otros muchos incontables actos de resistencia, grandes y pequeños. En el modelo informático de Brad Werner, esta es la “fricción” que se necesita para frenar las fuerzas de desestabilización. El gran activista del clima Bill McKibben lo llama los “anticuerpos” que se producen para luchar contra la “fiebre alta” del planeta.

No es una revolución, pero es un comienzo. Y puede que nos consiga el tiempo suficiente para imaginar una manera de vivir en este planeta que sea claramente menos jodida.


Naomi Klein es autora de “La doctrina del shock” y “No Logo”, está trabajando en un libro y una película sobre el poder revolucionario del cambio climático.

Traducción para www.sinpermiso.info: Betsabé García Álvarez

Reprodução de Sin Permiso
14 nov 2013

Leia em inglês o texto de Naomi Klein, “Why we need an eco-revolution“, em Socialist Worker, clicando aqui.

Equador: a opção pela dependência

Inka Samana. Educação Infantil Comunitária. Otra Educación

Equador: a opção pela dependência

Elaine Tavares

Apesar de toda a propaganda que se faz do Equador, colocando-o dentro de um espectro de "país dirigido pela esquerda", não são poucas as contradições vivenciadas pelo governo de Rafael Correa, cada vez mais distante do que se poderia considerar um mandato com o povo. Indiscutivelmente o primeiro mandato trouxe avanços importantes, como a realização de uma nova Constituinte, soberana e autônoma, que, apesar de todos os percalços, conseguiu levar para dentro do documento que rege a vida das gentes numa nação uma série de avanços fundamentais que, inclusive, servem de exemplo a todo o mundo.

Mas, no cotidiano da vida, quando a Constituição começou a ser regulamentada, os interesses econômicos e políticos começaram a aparecer com força e a ditar regras que, de certa forma, destroem toda a lógica do sumak kausai (o bem viver - que é o bem viver de corte indígena, não é o consumismo do mundo capitalista), centro de toda a Constituição nacional. Um dos exemplo mais visíveis é o da mineração e da exploração de petróleo. Mesmo que a  natureza tenha ganhado um capítulo dentro da carta magna, revestindo-se de direitos, na prática tudo cai por terra quando os interesses econômicos cobram a conta do que chamam "progresso". Em nome do que denominam "desenvolvimento", as classes dominantes impõem seu modelo e passam por cima do que foi construído coletivamente com muita luta pela população do país.

Os povos indígenas são os que mais tem sofrido nesse processo. Primeiro porque sistematicamente sofrem desqualificações sobre a sua maneira de viver a política. Não é raro que a qualquer grito de rebeldia eles sejam imediatamente ligados a setores da direita raivosa do Equador, tal qual o grupo do ex-presidente Lucio Gutierrez, de descendência indígena. Basta que haja qualquer oposição ao projeto governamental e lá vem o velho discurso de que os índios estão sendo manipulados, que fazem o jogo da direita, etc...

É fato que a direita se aproveita - e muito bem - das batalhas travadas pelos indígenas contra as propostas do governo, mas daí a dizer que eles são manipulados é pura ideologia. E também mostra que a elite dominante continua mantendo pelas populações originárias um profundo desprezo, a tal ponto de nunca admitir que os indígenas possam pensar, formular políticas e definir suas demandas de maneira autônoma e livre.

Outro discurso que o governo usa com bastante maestria, até porque Rafael Correa é bastante carismático e uma figura midática, é o da necessidade do progresso. Alegando que o país tem imensas riquezas minerais que necessitam ser exploradas para que as gentes possam ascender a bons níveis de consumo, o governo vem passando por cima daquilo que foi a pedra fundamental da nova Constituição: a vontade popular. No caso dos territórios indígenas está na lei que, para qualquer tipo de exploração dos recursos, a comunidade precisa ser ouvida. Mas, não é o que acontece. Mesmo que as comunidades estejam gritando contra a exploração, fazendo lutas, enfrentando a polícia, o governo permanece surdo. E ainda joga o restante da população contra os indígenas alegando que eles estão tentando impedir o "progresso" do país. De certa forma, o governo alimenta o velho ódio, de origem colonial, entre brancos e índios. Não são raros os textos e opiniões de gente da esquerda de toda a América Latina que também cai nesse canto de sereia.


Ataque à educação indígena

O mais novo ataque do governo de Rafael Correa é contra a educação indígena. Mesmo que a Constituição tenha garantido o direito a pluriculturalidade, na prática o que está acontecendo no campo da educação é o soterramento de toda e qualquer iniciativa indígena, ganhando força a homogeneização da educação. O primeiro golpe foi na Universidade Intercultural Amawtay Wasi, universidade indígena que existe no Equador desde 2004 com o objetivo de atuar na educação superior a partir de uma pedagogia autóctone. Ou seja, a forma de ensinar e os conteúdos do ensino estão completamente ligados ao jeito de ser das comunidades indígenas que, ao contrário do que muitos pensam, mantiveram vivos seus pressupostos éticos e pedagógicos apesar de mais de 500 anos de dominação. Assim, a universidade surgiu justamente para se contrapor ao modelo bancário de educação segmentada, descontextualizada e colonizada. Entre seus princípios está a proposta de criar um sistema de educação superior que tenha a sua identidade (indígena), dentro de um marco da integralidade do conhecimento, permitindo assim superar a ruptura usual que existe entre teoria e prática. Busca ainda formar profissionais que tenham uma visão intercultural, descolonizada,  capazes de entender onde vivem e de buscar soluções para os problemas concretos das nacionalidades e populações. Gente que também seja capaz de conhecer os mais diversos saberes que existem nas comunidades, apropriando-se deles para melhorar a vida e para construir, de verdade, uma sociedade intercultural, na qual o saber científico conquistado pelo mundo ocidental dialogue com os saberes originários, sem dominação.

Não bastasse essa "heresia" descolonial, a Amawtay Wasi tem uma estrutura física e pedagógica que está totalmente integrada à cosmovisão dos povos indígenas. Todo o trabalho se ampara nos princípios de vincularidade (a relação entre o todo e as partes), complementariedade (a necessidade de um `outro`, com o qual se dialoga), simbólico (relação entre o saber científico e o que ele significa no âmbito simbólico), e a reciprocidade (a troca de saberes). Esses são conceitos muito difíceis de serem compreendidos por aqueles que tem uma formação racional, ocidental. É praticamente outra episteme e precisa ser compreendida como uma forma radicalmente diferente de atuar, de educar e de viver.

Pois com a nova lei de educação, o governo de Rafael Correa decidiu homogeneizar o processo educativo, sem levar em consideração a própria Constituição que garante a pluriculturalidade. Depois de vários meses sendo visitada por tecnocratas governamentais, a Universidade teve seu registro suspenso. Não pode mais funcionar da forma como se organiza, a partir dos princípios que regem o mundo indígena. Os "educadores" governamentais querem que a Amawtay Wasi morra ou se iguale às demais universidades organizadas dentro dos cânones ocidentais. Mas, não é essa a proposta da universidade indígena. Ela quer, justamente, se contrapor a essa pedagogia desestruturante e colonial. No contexto de uma sociedade pluricultural, não há motivo para que isso não aconteça. É só uma universidade diferente, que atua dentro da episteme dos povos indígenas que ali vivem desde muito antes dos espanhóis chegarem e invadirem seus mundos, impondo uma cultura de dominação e de extermínio.

Mas, Rafael Correa tem sido implacável, espalhando ainda que a universidade é foco de resistência de grupos ligados à Lúcio Gutierrez. Como argumento usa o fato de a mesma ter sido criada durante o governo daquele presidente. Na verdade, o que quer é destruir um espaço de formação indígena construído a duras penas pelas comunidades.

As escolas comunitárias

Todo esse ataque ao mundo indígena ainda não terminou. Agora, o governo decidiu também eliminar as pequenas escolas comunitárias que atuam na lógica intercultural, ensinando em duas línguas. Não quer mais que a educação alternativa (leia-se indígena) se faça nas pequenas unidades que atuam com a proposta de unidocência, porque os indígenas acreditam que o conhecimento é um só, e não pode ser dividido em aulas de 50 minutos desconectadas do mundo real.

Mais uma vez, os tecnocratas governamentais decidiram que a educação de primeiro e segundo grau do Equador devem seguir as propostas do Banco Mundial e precisam se constituir em "Unidades Educativas do Milênio", as quais são reputadas as novidades tecnológicas e todas aquelas "maravilhas" que os projetos vindos de fora apregoam. Falam em escolas equipadas com computadores, alto nível de ensino, novos conceitos pedagógicos. Tudo dentro da proposta ocidental, sem considerar as especificidades da pedagogia indígena. Segundo a pedagoga Rosa María Torres (http://otra-educacion.blogspot.com.br), a proposta está centrada na aparência, sem que sequer se mencione a situação dos professores, por exemplo, categoria que tem protagonizado grandes lutas no país.

No campo da propaganda o governo de Correa consegue convencer. Desde 2008 vem construindo uma série de UEMs (Unidades Educativas do Milênio), cujo número já ultrapassa as 24, atendendo 23 mil estudantes. E segue construindo outras tantas, dizendo que aumentará esse número em mais de 30 até 2014. Os prédios bonitos e bem pintados aparecem como o "progresso para todos". E justificam a exploração de petróleo na região do Parque de Yasuní. "Com o petróleo teremos mais saúde e educação para todos", diz, na tentativa de buscar apoio para as ações de fechamento das escolas indígenas. Conforme anunciou, das 18 mil escolas comunitárias que existem, apenas cinco mil seguirão abertas. Conforme diz, as escolas comunitárias, aquelas que são geridas de forma alternativa, "são o atraso, a marca da pobreza". Já os educadores que sempre estiveram nas comunidades quando o estado as abandonava, têm outra posição. Eles dizem que essas escolas que vivem à margem do sistema oficial são, recorrentemente, referência na inovação e na transformação cultural, tanto no Equador quanto no mundo. Segundo eles, esse tipo de escola multigrau e unidocente não é necessariamente uma escola para pobres. Ao contrário, é uma escola que se contrapõe ao sistema bancário imposto pelo Banco Mundial a toda América Latina. Como exemplo lembram do programa Escola Nova, que existe na Colômbia e o das Escolas Não-Formais, experiência de Bangladesh, ambas modelos premiados internacionalmente.

Mas, ainda assim, segue a "planificação" da educação, sem que se leve em conta a voz dos educadores e das comunidades. Toda a proposta vem sendo construída por burocratas, apresentando as modernidades como a solução do problema educativo. "Fecharemos as escolinhas precárias e os alunos serão realocados nas Unidades Educativas do Milênio", diz, sorridente, Correa, na televisão. Num primeiro momento, tudo pode parecer muito bom. Novos prédios, fusão de escolas, urbanização de escolas rurais, transporte escolar. Tudo preparado para a criação de grandes complexos escolares com educação igualada/homogênea/ocidental, sem que se leve em conta as especificidades culturais, tal como reza a própria Constituição.

Diz a pedagoga Rosa María Torres sobre uma UEM que visitou: "Em Otavalo, norte de Quito, inaugurada em abril de 2009, com grande presença da mídia. Era a terceira UEM construída no país e custara 2 milhões de dólares. Os alunos, 800, são de maioria indígena. A escola abriu com os sete primeiros anos de educação básica. Tem 38 salas de aula, quadros digitais, cozinha, restaurante, espaços esportivos, laboratórios, bibliotecas, 38 computadores e internet banda larga. O desenho da escola é tradicional, frio, sem qualquer presença da cultura local. Os professores sequer sabem usar o quadro negro digital, é visível a falta de capacitação. Nota-se que os espaços são subutilizados, há problemas de segurança e não se vê qualquer preocupação com a capacitação dos professores". Ou seja, tudo conspira para uma ode a tecnologia, sem cuidado pedagógico e muito menos o contexto cultural.

Inka Samana. Escuela. Otra Educación

A experiência das escolas indígenas

Inka Samana é uma pequena escola indígena no sul do país, reconhecida internacionalmente como espaço de uma "revolução educacional", por sua proposta diferenciada de ensino de saberes que vão além do formal. Pois também ela deverá entrar no sistema homogeneizado da "educação nacional", abrindo mão dos aspectos simbólicos e culturais que a caracterizam. Os protestos tem sido grandes, mas o governo segue surdo. Quem quiser conhecer melhor essa bonita experiência de educação indígena pode encontrar sua voz nas redes sociais (https://www.facebook.com/pages/INKA-SAMANA/101245569927872?fref=ts).

A pedagoga Rosa María Torres lembra ainda de outras experiências comunitárias indígenas como as da província de Pichincha, a Escola Ecológica Samay e a Yachay Huasi (Escola do Saber), que atuam no diálogo entre educação formal e educação indígena. Há coisas do mundo das comunidades que as UEMs não tocarão, com certeza, como a sabedoria dos mais velhos, fazer uma rede ou como reconhecer uma semente, reforçando a ideia de que só a educação formal/ocidental/moderna/científica é que é importante. Enfim, são dezenas de experiências comunais, culturais e alternativas que estão prestes a sucumbir diante da ideia de uma "educação única, nacional". Isso não pode ser possível num país com tantos povos indígenas, já tão acostumados a atuar dentro de seu mundo cosmogônico e simbólico.

A luta é desigual. O governo constrói prédios vistosos e garante a gratuidade do ensino formal, mesmo que a qualidade desse ensino esteja submetida aos ditames internacionais. As pequenas escolas indígenas vivem de contribuições da comunidade ou de ajuda externa. O governo já declarou que não aportará recursos a essas experiências. Sufoca todas elas no campo econômico e depois acusa os educadores de aliança com ONGs estrangeiras e grupos direitistas. É um cenário difícil de se assimilar.

A mesma prática tem se dado no campo universitário. No mesmo momento em que anuncia o descredenciamento da Universidade Intercultural Amawtay Wasi, o governo divulga a criação de quatro novas universidades estatais, onde os equatorianos poderão ter ensino superior gratuito. Difícil para quem segue acreditando que as culturas indígenas não tem nada a dizer no mundo, aceitar que as mudanças da educação equatorianas não sejam boas. Pois se aumentam as universidades públicas, se constroem novas escolas, se amplia o ensino gratuito. Poucos são os que questionam esse processo de destruição do saber indígena, da forma indígena de educar. Para boa parte das gentes, rendidas ao mundo ocidental, racionalizado e dependente mais vale uma escola grande que um ensino de qualidade. Se as diretrizes vêm do Banco Mundial, melhor ainda, vão aprender conforme aprendem os "gringos".

Poucos são aqueles que observam criticamente o processo de aprofundamento do colonialismo mental em pleno governo dito "progressista". A destruição das escolas comunitárias, dos espaços indígenas de saber e da universidade Amawtay Wasi são, na verdade, uma grande ofensiva do capital contra os povos indígenas, tradicionalmente um entrave nos planos de ganância e destruição de empresas transnacionais, da elite local e de muitos governantes. Estrangular essas experiências é um ato de força e de beligerância.

Os indígenas agora denunciam e não deverão aceitar tudo isso sentados. Eles encontrarão suas formas de resistir e manter viva suas culturas. Serão acusados de alianças com Gutierrez, com forças estrangeiras que querem destruir o governo "popular" e muitas outras coisas mais. Algumas comunidades podem até se enredar nessas armadilhas, isso não se descarta. Mas, qualquer guinada para a direita dos povos originários só se dará por conta do desrespeito às culturas antigas, por conta da insensibilidade do governo em dialogar, pela arrogância - herança colonial - e pela intransigência de Correa. Ou seja, o Equador vive uma hora importante de aprofundamento da dependência e da submissão aos grandes interesses internacionais. Não há interesse em se aliar aos povos autóctones para a construção do sumak kausai, conforme grita a Constituição. O que parece direcionar a ação do governo é o mesmo modelo desenvolvimentista que já mostrou todas as suas tristes e destruidoras faces por onde passou. Explorar petróleo, explorar minério, desalojar famílias, garantir um consumo fictício a uma classe média emergente, provocar a destruição do ambiente, incutir uma educação alienante e colonizada e maquiar o sistema de saúde. Tudo isso pode estar sendo construído para servir de base para a consolidação daquilo que "la radio buemba" (o que se diz nas ruas, boatos) já anuncia: a vinda de um acordo comercial de livre comércio com os Estados Unidos. Se isso se confirmar, o futuro será sombrio, com o aprofundamento da dependência econômica, política e cultural. Tudo como antes.

Então, nada de novo no front. A não ser a força viva das gentes de Abya Yala que, mesmo derrotadas, se reorganizam e voltam a se levantar.

Reproduzido de Palavras Insurgentes
18 nov 2013

Rosa María Torres del Castillo

Mais sobre Rosa María Torres no Blog Outra Educación, clicando aqui.

Leia também o texto "Adiós a la Educación Comunitaria y Alternativa/Ecuador: Good Bye to Community and Alternative Education", por Rosa María Torres, clicando aqui.

Ecuador: Adiós a la Educación Comunitaria y Alternativa - Good Bye to Community and Alternative Education

Inka Samana. Cerámica. Otra Educación

Adiós a la Educación Comunitaria y Alternativa

Por Rosa María Torres
Publicado por lalineadefuego
noviembre 14, 2013

In english (in progress):
Ecuador: Good Bye to Community and Alternative Education

“Inka Samana fue un centro educativo comunitario y alternativo que desde 1986. Contó con currículum propio, atendió a niños, niñas y adolescentes de distintas culturas desde el nivel Preprimario hasta Bachillerato. El título de bachiller que otorgaba fue trilingüe (kichwa, castellano e inglés) y polivalente (ciencias básicas). Era parte de Ilincho Ayllullakta, del cantón Saraguro, provincia de Loja, Ecuador, Sud América.

En Inka Samana cada estudiante fue hasta el 28 de agosto del 2013 atendido de manera individual y a su ritmo. A partir de esta fecha se estableció horarios y calificaciones por pedido del MINEDUC (Ministerio de Educación) que ha UNIFORMADO la educación de este DIVERSO PAÍS MULTICULTURAL Y PLURILINGÜE”.

El gobierno de Rafael Correa ha decidido eliminar las escuelas pequeñas, las comunitarias, las unidocentes o multigrado, las interculturales bilingües, las consideradas alternativas. El modelo a seguir son ahora las llamadas “Unidades Educativas del Milenio” (UEM), definidas por el gobierno como “instituciones educativas públicas, con carácter experimental de alto nivel, fundamentadas en conceptos técnicos, pedagógicos y administrativos innovadores, como referente de la nueva educación pública en el país” (sitio del Ministerio de Educación, 14 septiembre 2013). En verdad, el “modelo UEM” está centrado en infraestructura y equipamiento. Los profesores apenas si son mencionados en el inventario de recursos. El modelo pedagógico permanece intocado.

La primera UEM se construyó en 2008 en Zumbahua, provincia de Cotopaxi, en la sierra. Según última información del Ministerio de Educación (1 noviembre 2013), hasta el momento se han construido 31 UEM, a un costo de USD 69’318.199,30, las cuales atienden a 23.282 estudiantes; 33 UEM están en construcción (programa “Nueva Infraestructura Educativa”). El mismo sitio del Ministerio presenta, no obstante, otra información: se indica que hay 24 UEM en funcionamiento, 28 en construcción y 24 planificadas para el 2014 (UEM en funcionamiento, 15 octubre 2013).

A inicios del gobierno de Correa (2007) se habló de construir 28 UEM. La reelección abrió el apetito por más y, finalmente, a pensar en las UEM como modelo generalizable a todo el país. Hoy, se dice que al 2015 se espera llegar con un total de 100 UEM. Según afirmaba la @Presidencia_EC el 31 de marzo de 2012: “Una escuela del Milenio para 1.000 estudiantes con todos los servicios le costará al estado 2,3 millones de dólares”.

Correa viene reiterando que “las mal llamadas escuelas comunitarias son escuelas de la pobreza”, igual que las escuelas unidocentes o multigrado. En realidad, no obstante, las experiencias de educación comunitaria – al margen del sistema escolar oficial – son a menudo referentes de innovación, pertinencia y transformación cultural, en el Ecuador y en el mundo. Por otra parte, no es cierto que la escuela multigrado tiene necesariamente que ser escuela pobre para pobres; hay políticas y sistemas multigrado de calidad, como el programa Escuela Nueva de Colombia, país vecino, o las Escuelas No-Formales del BRAC en Bangladesh, ambos modelos inspiradores y multigalardonados con premios internacionales. Hay asimismo escuelas no-graduadas de renombre mundial.

“Ahora se vienen las Unidades del Milenio”, anunció Correa el 31 de agosto de 2013. “De 18.000 escuelas comunales solo quedarán 5.500, que serán mejoradas” (Ecuavisa, 4 septiembre, 2013). El gobierno justifica la decisión de explotar la reserva petrolera del Yasuní, en la Amazonía ecuatoriana, una de las regiones más biodiversas del planeta, con el objetivo de “reducir la pobreza”, invirtiendo sobre todo en salud y educación. En este campo, la idea es sembrar el país con Unidades Educativas del Milenio.

“La construcción de los colegios del Milenio se realizará con una planificación especial, lo que terminará con la edificación de pequeñas unidades dispersas y sin los servicios necesarios. En este momento existen 21.000 unidades educativas para 3 millones de niños y adolescentes. Pero el país solo necesitaría aproximadamente 3.000, cada una atendiendo a más de 1.000 estudiantes”. (Enlace Ciudadano 323 , 25 mayo 2013. Resumen en diario oficial El Ciudadano). “Se cerrarán las escuelitas precarias y se reubicarán en los planteles completos como los del Milenio” (Presidencia de la República @Presidencia_Ec, 4 septiembre 2013). Así deben verse, en efecto, los problemas y las “soluciones” educativas, edilicias y territoriales, desde una oficina burocrática, un saber experto y un mapa del país lleno de líneas y puntos.

Las medidas están en marcha: construcción acelerada de infraestructura, fusión de escuelas y colegios, urbanización de planteles rurales, provisión de transporte escolar para llevar a la ciudad a estudiantes de zonas rurales o apartadas, creación de escuelas-albergue (o de una sección de albergue dentro de una escuela regular), organización de varios turnos dentro de cada UEM, alineación de escuelas comunitarias y alternativas a la normativa oficial de la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI, 2011) y a las decisiones del Ministerio de Educación. En definitiva: megaplanteles, con numerosos alumnos, con varios turnos, iguales en todo el país, como signo de progreso, modernidad y calidad educativa. Justamente todo lo que NO se recomienda en el mundo de la educación, especialmente desde visiones innovadoras y revolucionarias.

Algunas preguntas matemáticas simples surgen de la información oficial: 

» si a la fecha existen 31 UEM y éstas atienden a un total de 23.282 estudiantes, ¿cuántas UEM más serán necesarias para llegar a los 3 millones de estudiantes (niños y adolescentes, que menciona Correa)?

» si las 31 UEM se han construido en 5 años, ¿cuántos años se requieren para construir las restantes que el gobierno considera necesarias? (este segundo gobierno de Rafael Correa concluye en 2017).

» si las 31 UEM han costado USD 69’318.199,30 (un promedio de más de 2 millones de dólares cada una), ¿cuánto dinero se necesita para construir las que faltan para llegar a la cobertura planeada?

Todo esto en un país en el que cerca del 25% de la población es oficialmente pobre (datos del INEC) y en el que el 50% de la población no tiene acceso a servicios básicos (cadena nacional de Rafael Correa sobre el Yasuní, 15 agosto 2013). Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC, datos junio 2013), el índice de pobreza es de 23,69% y el de indigencia de 8,51%. Se considera pobre a quien vive con menos de USD 77,03 mensuales (USD 2,57 diarios) e indigente a quien vive con menos de USD 43,41 mensuales. Esto está lejos de cubrir el valor de la canasta básica (USD 612.05 en 2013, datos del INEC). (Como referencia, un sueldo de ministro/a es actualmente USD 6,122).  

Una de las escuelas afectadas por la “revolución educativa” es Inka Samana, una pequeña escuela ubicada en una comunidad indígena al sur del país. La experiencia cobró gran visbilidad nacional e internacional al ser una de las experiencias incluidas en la película La Educación Prohibida (El video abajo). (Aquí la lista de experiencias mencionadas en la película). Es, sin duda, hoy en día, la experiencia comunitaria y alternativa más documentada en el Ecuador. En su sitio de Facebook los directivos del plantel vienen informando sobre el proceso de  estandarización impuesto por el Ministerio de Educación. Por todo eso, damos aquí destaque a esta experiencia.

Hacemos también referencia a otras dos pequeñas experiencias comunitarias, menos conocidas y documentadas – la Escuela Ecológica “Samay“ y la Escuela del Saber (Yachay Huasi), ambas en la provincia de Pichincha, en la sierra central – así como al Sistema de Escuelas Indígenas de Cotopaxi (SEIC) con larga trayectoria en el país, también amenazado por las nuevas políticas y regulaciones.

Muchas experiencias innovadoras vienen cerrándose, ante la falta de apoyo y las trabas gubernamentales. La gratuidad de la educación ofrecida por el Estado pone a menudo en jaque a los presupuestos precarios de las escuelas comunitarias – muchas apoyadas por ayudas externas – y a las pequeñas cuotas y aportes que implican para familias y comunidades. Al mismo tiempo, las distancias, los problemas de acceso y zonificación que persisten, el tradicionalismo, la falta de pertinencia cultural y la baja calidad pedagógica de la educación estatal siguen pesando en la decisión de muchas familias y comunidades tanto a nivel urbano como rural.

En todo caso, la política estatal avanza arrollando y tiene muchos recursos. Antes de que desaparezcan las escuelas unidocentes, las comunitarias, las pequeñas, las con propuestas pedagógicas alternativas, es urgente contribuir a registrarlas y difundirlas. En muchos casos, la información es escasa, está desactualizada, no está disponible en la web o bien está dispersa en varios sitios y blogs, algunos ya inactivos y algunos de ellos en otros idiomas (inglés, italiano, etc.).

Inka Samana. Madres con hijos. Otra Educación

Impresiones de una visita a una Unidad Educativa del Milenio

(Fragmento de un texto escrito en 2009)

“En Otavalo, al norte de Quito, visito la Unidad Educativa del Milenio “Jatun Kuraka” (Gran Cacique, en kichwa) inaugurada pocos meses antes (abril 2009) con gran despliegue mediático y con la presencia del Ministro de Educación y del Presidente de la República. Por los medios supe que ésta era la tercera UEM construida en el país (de 23 previstas), que costó cerca de 2 millones de dólares (entre infraestrucrtura y equipamiento) y que los alumnos – cerca de 800 – son en su mayoría indígenas. La UEM se abrió con los primeros siete años de educación básica; se espera ampliar hasta el décimo el próximo año. La descripción indica que cuenta con 38 aulas hexagonales equipadas con pizarras digitales, cocina, comedor, espacios deportivos, espacios verdes, laboratorio de ciencias, biblioteca virtual, sala de cómputo con 30 computadoras e Internet de banda ancha.

Cuando llegamos al lugar, pasado el mediodía, los alumnos están saliendo. Al cruzar la puerta encuentro al rector, quien me conoce y amablemente me invita a recorrer las instalaciones. La infraestructura coincide con lo leído y visto en fotos y en la televisión. El diseño arquitectónico no tiene innovaciones, es el tradicional, estándar, sin ninguna concesión al medio y a la cultura propia. En las oficinas administrativas hay todavía cajas a medio desempacar. Varias instalaciones, como el comedor o el laboratorio informático, están todavía desmanteladas. En una de las tres aulas que visitamos, el rector le pide a una maestra que me indique cómo funciona la pizarra digital; yo agrego el pedido de que me explique cómo la usa en su clase. En pocos minutos resulta evidente que la maestra no sabe usarla. La capacitación todavía no llegó. Entretanto siguen utilizando las pizarras convencionales. En cuanto a las computadoras, se las llevaron a los pocos días de la inauguración pues aún no estaban listas las condiciones para usarlas. Además, entraron ladrones y se llevaron algunos equipos, dejando en claro la vulnerabilidad de las instalaciones.

Estas situaciones se repiten en otras UEM del país: problemas de seguridad, de mantenimiento, de subutilización, de capacitación, de pedagogía. En términos de infraestructura, éste es palacio comparado con las escuelas públicas y privadas de la ciudad, y con las casas, seguramente muy humildes, de los alumnos. Pero la infraestructura, por sí misma, no cambia la pedagogía. La tecnología, si no se usa y aprovecha bien, es adorno y hasta estorbo.

Incluido en:
Rosa María Torres

Reproduzido de La Linea del Fuego

14 nov 2013



Comentário de Filosomídia:

Que as palavras da Professora ecoem pelos quatro cantos do mundo a  inspirar a indignação e apoio pela educação comunitária com sabedoria, alternativa à pasteurização e estandardização patrocinadas pelo modelo UEM,  assim como é vivida na singularidade pelos povos equatorianos e latino-americanos rexistentes! Soberania Educacional aos povos ancestrais, já!

Leo Nogueira Paqonawta