domingo, 24 de novembro de 2013

La crónica de una entrevista en la Universidad Intercultural Amawtay Wasi


La crónica de una entrevista en la Universidad Intercultural Amawtay Wasi

Adriana Rodríguez Caguana

Estaba terminando mi tesis de maestría sobre la educación intercultural bilingüe en el Ecuador y su relación con los derechos Humanos, cuando descubrí la Universidad bilingüe Amawtay Wasi. Los primeros textos que leí sobre ella procedían de los teóricos decoloniales, como Walsh (2006). 

Esta propuesta educativa a nivel universitario me invitaba a nuevas reflexiones mucho más profundas de aquellas que me había propuesto en la maestría. ¿Qué es la ciencia y cómo se construyó? ¿Las lenguas indígenas, por qué sobrevivieron y para qué? Estas preguntas me llevaron directamente a hacer un nuevo proyecto de investigación.

En noviembre del 2011 fui a la ciudad de Córdoba donde se desarrollaba un Congreso de Educación Intercultural, el invitado estrella era Fernando Sarango, director de la Universidad Amawtay Wasi. Yo espera con impaciencia encontrarlo y hacerle una entrevista. Caminaba por el parque central con mi madre cuando vi a un hombre caminar con vestimenta indígena, le dije a mi mamá “es él”.  Me acerqué y en menos de 5 minutos sin parar de hablar le dije todo lo que tenía en mi cabeza. El rector me miraba sonreído y dijo cordialmente: “Qué buena cosa que estés acá, ¿cómo te va?”. De forma sorpresiva me invitaba a una charla más fraterna. En su conferencia en Córdoba lo que más recuerdo fue su dura observación de los escasos docentes indígenas en las escuelas de Argentina. Decía que mientras no haya docentes indígenas hablando en su propia lengua era imposible consolidar una propuesta educativa anticolonial.

Al finalizar el evento, Fernando me dio su tarjeta y me pidió que lo visite cuando vaya a Ecuador. El 10 de enero del año 2012 llegué a Quito y me dispuse a ir a la tan esperada Universidad. Quedaba en el centro histórico. Me perdí durante horas porque esperaba encontrarme con una gran construcción colonial y un gran letrero. Después de varios intentos, entre subidas y bajadas, encontré la avenida Gran Colombia y Antonio Elizalde y una casa vieja con un letrero pequeño que estaba al interior de un corredor que decía “Universidad Intercultural Amawtay Wasi”  un timbre estaba a su costado con un pequeño letrero.

Cuando subí me atendió la secretaria Nancy Guzmán, del pueblo Huaranca. La Universidad estaba en el segundo piso de una vieja construcción. Me asombraba ver sus escasos recursos, “tan pobre y tan famosa”. La secretaria me dio algunos datos de la Universidad y las tres carreras que tenía, en ciencias de la educación intercultural, arquitectura ancestral y agroecología. En la primera se encontraba la mayor parte de la población indígena.

Mientras veía el espacio reducido de las instalaciones le preguntaba dónde recibían las clases si había tan pocas aulas. Me contestó que las clases se recibían en las comunidades, por lo que no hacían falta muchas aulas. En Conocoto se desarrollaba las clases de arquitectura; las de agroecología en Tabacundo y en la comunidad La Esperanza, y las clases de licenciatura en educación intercultural bilingüe en Teinta, cantón Saraguro, de donde es Fernando Sarango.

En ese tiempo la Universidad contaba con cerca de 200 estudiantes, la mayoría se encontraba en la carrera de ciencias de la educación y pagaban una pensión mínima. Me llamó la atención que los estudiantes tuviesen que pagar una pensión. Pero esa pregunta me la reservé para la entrevista. Después de un rato pasé a una de las aulas y el rector me saludó cálidamente. Le dije que era una entrevista no muy formal y poco estructurada porque era mi primera visita. La primera pregunta que le hice fue sobre la calificación y evaluación de la Universidad.

A: Fernando, cuéntame cómo va el proceso de calificación y evaluación de la universidad Amawtay Wasi?

F: Anteriormente la CONEA la calificó con categoría E a la Universidad, la más baja, porque lo hicieron con parámetros occidentales, esto nos motivó a presentar un recurso ante la Corte Constitucional la que nos dio la razón porque la Amawtay Wasi no podía ser evaluada ni calificada por parámetros occidentales. Ahora, finalmente, conseguimos un proceso de evaluación pero con parámetros más específicos para la universidad, bajo el convenio 169, conjuntamente se está construyendo  una guía de evaluación con perspectiva intercultural. Recuerdo una anécdota muy linda que una vez que vinieron los evaluadores yo le había dicho a todo el personal que hablaran en kwichua, que si nos iban a evaluar que nos evalúen en nuestra lengua. Llegaron los evaluadores y se tuvieron que ir porque ninguno habla kwichua.

Nos reímos un rato de la anécdota, le dije que me parecía excelente poner en evidencia la occidentalización de estas instituciones evaluadoras. Además, era una reafirmación identitaria. Retomamos la entrevista y Fernando continuó:

F: Por otro lado la Universidad no recibe financiamiento del Estado, ni un solo centavo;  la idea es tratar de pasar la evaluación y luego pelear el financiamiento respetando nuestra autonomía tal como lo manda el 169. Independientemente de todo esto, vamos a ir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos porque se tiene una sentencia de la Corte Constitucional hay un incumplimiento y una violación de nuestros derechos y lo vamos a reclamar

A: ¿Ahh entonces es por eso que se cobra una pensión mínima? Eso no lo sabía... entonces ¿Cómo se financia la Universidad amawtay Wasi?

Con una pensión de unos 50 dólares al mes, en comunidades donde estamos con los Saraguros, Shuar. Las organizaciones nos dan sus espacios, aproximadamente 2 hectáreas para hacer actividades. Esto hace que se reduzcan los costos, hace que la comunidad sea parte del proceso, cuando nos reunimos ahí, le llamamos la fiesta de la cosecha y los estudiantes hacen su exposición.

Recuerdo que la noticia de no contar con ningún financiamiento por parte del Estado sobrepasaba mis conocimientos de lo que había aprendido en la legislación internacional sobre derechos de los pueblos indígenas. El Estado estaba obligado a hacerlo porque así lo decía el Convenio 169 de la OIT y la Declaración Universal de Pueblos Indígenas. Con cierta incredulidad le pregunté:

A: No les dan ni un centavo, pero eso no puede ser, eso sería estar en contra de lo que estipula la 169 y la Declaración de Pueblos Indígenas, el Estado está obligado a hacerlo.

F: Adriana creo que usted vive todavía en la ilusión liberal. La declaración por sí sola no cambia la realidad de injusticia en la que vivimos.

Recuerdo haberme sonrojado ante mi pregunta que revelaba inexperiencia, propia de una abogada sin mucho terreno de juego. Traté de sobrellevar con altura mi vergüenza y cambié el tema, tratando de hacer otra pregunta más interesante.

A: ¿Usted cree que efectivamente el Estado ecuatoriano cambió después de la Constitución plurinacional del 2008?

F: El Estado sigue igual, la construcción del Estado plurinacional es compleja. Están preocupados por la interculturalidad vista desde lo folklórico. Esto es vergonzoso, una visión intercultural que nos pone en ese ámbito.  Este gobierno ha sido el único que ha eliminado instituciones específicas de los indígenas como el CODENPE y la dirección de la educación intercultural bilingüe. Existe una ignorancia de la misma democracia.  El proyecto del movimiento indígena no es compatible con el de Estado-Nación. De una cosa estamos claros y es que el proceso de blanqueamiento no ha terminado y no terminará.

Con la centralización del DINEIB se va a implementar una educación occidental, ya empezaron a cambiar el uniforme regalándolo, pero esto es una forma sutil de imponer, de asimilar. No nos interesa imponer un litigio con esto. Ahora estamos buscando un sistema más autónomo  de educación indígena donde se nos transfiera los recursos. El Estado nos quitó siempre todo pero nosotros siempre volvimos a recuperar lo perdido, ya estamos acostumbrados a eso, por eso no nos detendrán.

La última frase la dijo en el mismo tono de siempre, calmado sin dejar de ser reflexivo y profundo. A mí se me había hecho un nudo en la garganta. Sentía impotencia y me solidarizaba con su causa pero no sabía cómo decirlo sin perder la compostura y objetividad de una investigadora. Tragué saliva y volviendo a mi compostura le pregunté:

A: Entonces ¿Considera que es un retroceso lo que está pasando en la educación intercultural bilingüe? Disculpe si hago preguntas no muy acertadas y reiterativas pero me interesa mucho ese tema

F: Verá, es un mal que no tiene remedio, el Estado siempre actuará de la misma forma, centralizar. Pero el Estado Plurinacional que nosotros proponíamos nos permitía actuar territorialmente para poder crear un proceso de formación diferente. Sin embargo, se sigue fortaleciendo el Estado nación, no hay plurinacionalidad. El mejor regalo es el pachacmac, pero ahora empezamos a ver el camino de la libre determinación, esta es definitivamente nuestra vía. No hay otra. Un sistema democrático que no funciona, que nos está llevando a la exterminación de los pueblos indígenas. En este contexto no nos interesa ni siquiera poner un presidente en este Estado moderno, sería para que lo acorralen, el camino está en trabajar con las comunidades.  El pensamiento occidental es universal, imagínese que ahora la interculturalidad está sirviendo para universalizar, para que las organizaciones dejen sus instituciones. Es necesario mantener los espacios específicos.

Pensaba en ese momento en la conformación del Estado ecuatoriano, el mismo que les había negado la ciudadanía y los derechos políticos hasta 1978 por ser “analfabetos”. El que en 1990, con Rodrígo Borja de presidente, había decidido festejar junto a España los 500 años del gran “encuentro” llamado el “día de la raza” desatando el rechazo y la movilización del movimiento indígena. El Estado que había tomado como una afrenta el canto del himno nacional en kwichua, los ciudadanos de la “alta clase” quiteña les habían negado el alojamiento en los hoteles. Al final era un pobre Estado acomplejado de su ser barroco, como lo diría Bolívar Echeverría (2011), queriendo modernizarse a toda costa para blanquearse y blanquearnos. Le hice una pregunta que no estaba planificada pero que no pude dejar de hacerla: A: ¿Pero , nunca se han planteado alguna forma de tomar el ejecutivo y aplicar en Estado plurinacional de verdad. Fernando se detuvo un rato; después, dijo levantando un poco el tono, como no lo había hecho hasta entonces: Con que no nos jodan sería suficiente.

Me quedé un rato inmóvil, pensando si la pregunta era impertinente, y si había sido demasiado infantil. Después de un rato de mirarnos en silencio Fernando retomó la palabra: Nosotros seguimos luchando para destruir un espacio viejo; donde la democracia es maniobrada ¿Qué es la democracia entonces? ¿Un lugar donde un solo hombre manda? Nos quieren vender esto cuando nosotros hemos vivido en consenso para elegir nuestras autoridades que tienen un alto compromiso con sus comunidades. El Estado plurinacional no es sólo para los indígenas, es un Estado para todos.

En un momento me encontraba dibujando en mi cuaderno de apuntes, otro rato de silencio. Después le dije algo nerviosa, creyendo que había perdido el foco del encuentro:

 A: Bueno ¿Volviendo al tema de la universidad que la habíamos dejado de lado, piensa que va a seguir a pesar de no tener calificación?

F: No nos salimos de tema, siempre estuvimos hablando de la Universidad Amawtay Wasi, ¿Qué son las universidades sino las reproductoras del sistema?, nosotros queremos cambiar el sistema y para eso es importante cambiar la ciencia y la forma de construirla desde nuestros conocimientos que siempre fueron negados. Es parte de lo mismo”

Recordé entonces cuando visité una escuela bilingüe en el Chimborazo y vi una reunión de padres y madres de familia en el que se discutía sobre las próximas elecciones en la comunidad y los pagos diarios de la comida en la escuela, todo junto. Ese  nocivo arte de la separación que bien señala Walzer (1984), en el que estaba metida sin poder salir fácilmente, El paradigma no solo individualista sino separatista, fraccional en el que me había formado me dificultaba entender otras lógicas comunitarias.

Finalmente no supe qué más decir, me sentía inexperta, estaba contenta pero tenía tanto para aprender, pensaba en ese momento que era tan difícil mi tesis. ¿Cómo iba a explicar eso a la comunidad científica? ¿Una universidad que quiere transformar no sólo el país sino la ciencia? Me despedí de Fernando cortésmente, esperando no haberlo importunado.

A: Bien Fernando, muchas gracias por la gentileza de haberme recibido. Tengo más preguntas para hacerle, sobre todo esto del tiempo circular en la enseñanza y las clases en las comunidades pero bueno, será en un próximo encuentro.

Fernando me sonrió y me abrazó: cuando quieras, nos alegra mucho que los académicos vengan y hablen con nosotros, necesitamos apoyo para que esta universidad siga. ¿Académicos? Pero si Fernando era uno de los académicos más claros que había escuchado. Obviamente se refería a los académicos que seguíamos en las lógicas occidentales.

Casi dos años después se anunció el cierre de la Universidad Amawtay Wasi, no había logrado obtener la calificación mínima. Se habían aplicado los mismos parámetros para medir la “calidad educativa”. Se anunció también la apertura de nuevas universidades indígenas administradas desde el Estado. Un recuerdo repentino me conmovió  y me llevó a escribir esta crónica de aquella entrevista que me marcó. Ahora me pregunto críticamente: los académicos que vimos y admiramos a esa universidad ¿Cuánto dimos para que no la cierren? ¿Cuántos artículos y hasta tesis de postgrado se hicieron gracias a la Universidad? Y sin embargo ¿Cuántos académicos estuvieron el día que la cerraron? Supongo que no hay tiempo para arrepentimientos porque es la hora de levantar las banderas de la resistencia política pero también epistemológica y anticolonial, una enseñanza que nos dio la Universidad Comunitaria e Intercultural de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas Amawtay Wasi.

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Walsh, Katherine (2006): “Interculturalidad y Colonialidad del poder. Un pensamiento y posicionamiento otro desde la diferencia colonial”, en Interculturalidad, decolonización del Estado y del conocimiento. Buenos Aires. Ediciones del signo

Walzer, Michael (1984): Liberalism and the art of separation. Polytical theory

Echeverría, Bolívar (2011): Crítica de la modernidad capitalista. Antología. La Paz, Edic. .

Reproduzido de Adriana Rodríguez Caguana Facebook
24 nov 2013

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