terça-feira, 11 de outubro de 2011

Um poema sobre a amizade por Carlos Andrade Filho, 10 anos...


Amigo

Carlos Andrade Filho*

Nós temos que ter amizade,
pois sem amigo você não vive.
Pessoas sem amizade
não têm futuro,
amor e nem diversão.
Eu entendo disso mas
cada um tem suas dúvidas,
pois amigo verdadeiro ajuda e
faz muitas outras coisas.
Ter amigos para algumas pessoas
é maior que ouro e para outras
é pior que um fantasma.
Essas pessoas estão
necessitando de uma ajuda.
Vivemos de elogios,
brigas, risadas e desentendimentos,
mas isso não importa.
Quando tenho um amigo
do meu lado,
ele me deixa bem mais confiante.
Ele também necessita
de amor,
pois ele é nosso
amigo para isso,
para receber e dar amor.
Amigo verdadeiro não deixa
o outro na mão. Mas
ele luta pelo direito dele
e do amigo,
são vários direitos.

* Um poema sobre a Amizade, por uma criança de 10 anos.




Descubra como nossa máquina funciona e os maquinadores que estão por trás dela

Nossas engrenagens

A máquina trabalha para chegar a um objetivo. O Maquinando é uma maquina de notícias que não para e é movida por sua curiosidade. Aqui a gente mostra que dá para entender de tudo: política, economia, comportamento, bichos, ciências, artes. O melhor é que você pode fazer a diferença e tornar a vida mais legal para todos, não importa a idade que tenha. Nossa máquina também faz contos, brincadeiras e dá dicas divertidas. Achou pouco? Tem uma ideia melhor? Quer participar? Então é só clicar no menu lá em cima, na seção "ContatoImediato". Conta para a gente o que mais você quer ver por aqui!

Maquinadores

Ronney Argolo

Jornalista, ama fazer brinquedos com papel e trabalha desde 2007 com jornalismo para o público de 9 a 11 anos. Ele até fez um guia sobre como escrever bem para esses leitores. Para isso, leu mais de 50 livros em um ano e falou com muita gente: 100 professores de português, 168 estudantes, psicopedagogos, jornalistas e educadores espertos. Também participaram representantes da Agência de Notícias dos Direitos da Infância (Andi) e a UNESCO. De tudo isso surgiu o Maquinando.

Morgana Miranda

Formada em publicidade, trabalha como designer, ilustradora, infografista e escreve nas horas vagas. Atualmente faz as capas do jornal Correio*. Além disso, ela se pós-graduou em design. O trabalho de conclusão do curso foi o projeto de um livro sobre uma menina muito avoada, o qual ela ilustrou, escolheu cores, capa e letras. Ela fez também a marca do Maquinando e a maior parte das ilustrações do site. Ufa! Morgana adora desenhar e tomar sorvete de coco verde.

Para entrar em contato com o Maquinando, envie sua mensagem para o e-mail: maquinando@portalibahia.com.br

Comentário de Filosomídia:

Olhem aí uma criança de 10 anos expressando o que sente e sabe, e faz pela amizade...
É isso aí, menino Carlos Andrade, já escrevendo tão "gauche"  na vida como o outro menino Drummond. Lutando pelos seus direitos, e pelos direitos do amigo. Muito lindo isso!

Uma bela e bem produzida iniciativa para informar à meninada sobre o que se passa no mundo, e ajudar a entendê-lo. E, mais bacana ainda é que podemos interagir, participar junto, dar ideias, captar ideias... Isso com certeza faz a diferença e "torna a vida mais legal para todos". Com certeza eu recomendo e brincarei muito, junto com a rapaziada e meninada no Maquinando. Valeu Ronney e Morgana, vamos nessa! Contem comigo! Vai que o "Leorry Reportter" se mete nessa Brincadeira de Roda Maquinante com seus "flashes" telejornalísticos hehehe Ueba!

sábado, 8 de outubro de 2011

Lo sueño siempre que la tristeza no me lo impide...


Lo sueño siempre que la tristeza no me lo impide, H.R. Herzen

Me encantaría vivir en un lindo pueblo o en un increíble castillo compartiendo mi cotidianidad y mis deseos con todas las personas que considero bonitas a mi alrededor. Y también quiero morir ahí, no me importa cuándo, pero ahí. Y espero y confío que le digan a todas las personas que también consideran bonitas que vengan, que hay sitio para todas cuando el cariño nos gobierna. Parto de la base de que los y las amantes de mis amantes deberían ser siempre mis amistades y, si el cuerpo nos reclama, quizá también mis amantes. No lo dudo, que nadie lo dude.

Y claro que se lo repito a todas y a todos los personajes que se me cruzan en la vida y que genero con ellos una relación linda y agradable o explosiva y trepidante; creo que no engaño a nadie por ello. Lo escribo, lo grito, lo bailo, lo canto, lo pinto y lo sueño siempre que la tristeza no me lo impide. A partir de ahora ya lo tienes por escrito. Puedes mirar para otro lado, puedes criticar por el placer de hacerlo, puedes despotricar y asegurar que es sólo una burda estrategia más de las muchas que tengo para embaucar a inocentes pescaditos que caerán en mis redes malignas y mentirosas. Puedes ver contradicciones, incoherencias, absurdos, paradojas, discordancias, incongruencias o desatinos, pero los días que me levanto con fuerzas, que suelen ser casi todos, esa es mi firme apuesta, ironía de una vida sin ilusiones.

Ya sabes que cuando una persona entra en mi vida, es decir, en mi corazón, quiero que se quede para siempre, hasta que la muerte nos separe. Y sé que habrá momentos, épocas y situaciones de acercamiento y alejamiento, de obsesión y descanso, de risa y llanto, de atracción y hasta de repulsión, de planes y proyecciones como también de hundimiento de cimientos para quizá volverlos a levantar. Habrá demasiado de todo y mucho de nada, caminares compenetrados y miradas esquivas, bailes pegados y orquestas aburridas, sexo imparable y camas frías, paseos exquisitos y huidas por la espalda, días de sol y túneles sin salida, comilona de perdices y sabores amargos.


Si no creyera en la balanza, ya me habría hecho dilapidar en este absurdo disparate; eso es, ya hubiera acatado las órdenes sutiles del patriarcado dominante y habría agachado la cabeza para conseguir marido, hipoteca, patrón, dios, miedo, uniforme, apariencia, amo, represión, consumo, estrés, mascota...

Y repito en todos los susurros al oído, en todas las conversaciones de iguales, en todos los espacios que puedo: quiero que nos amemos en libertad y que nos cuidemos generosamente, deseo que alimentemos y nunca cortemos las alas de la curiosidad a muchas hijas e hijos fruto de infinitas noches, mañanas, tardes y ratos de sexo, pasión y placer lindo y agradable; juntas, revueltas, en pareja, en tríos o de cuatro en adelante, como más nos guste o apetezca en el momento, pero siempre con horizontes de cariño y ternura.

Sé que me moriré cualquier día y no habré sentido que esa maravillosa utopía es real, porque es eso, una camino a seguir con estrellas fugaces de fondo que te hacen ir de un lado a otro para nunca llegar al destino. Es un ideal, una quimera, una fantasía, una ilusión, un sueño y una invención fruto de la imaginación, el anhelo y hasta de la alucinación de la enfermedad obsesiva que me invade. Como cantaba Sabina, “no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”. Y la nostalgia eterna me parece una cagada de vida.

Ese castillo no tiene que ser un lugar físico, puede ser una red de emociones, una conexión de cariños, una malla de sentimientos, una urdimbre de deseos, una trama de afectos, un tejido de caricias, una relación de relaciones. Y que fuera hogar de todas y que sea un lugar de acogida o de paso para visitantes, cómplices o amantes ocasionales. Preferiría que eso fuera en una playa o muy cerca, que hiciera un tórrido calor la mayor parte del año, que fuera en total armonía con la naturaleza, con mucho trabajo y dedicación, con música, baile y arte impregnando cada recoveco. Que los conflictos y problemas existan pero los sepamos solucionar sin traumas ni pérdidas irreparables.

¿Egoísmo? Inventemos entonces la palabra “nosismo” (ego, yo; nos, nosotras) y partamos de una concepción de la vida en que nuestro interés colectivo guíe nuestro actuar por ética, razón, pasión o necesidad. Y aunque parece (de apariencia) muy bonito no es tan fácil el camino. Suena muy idílico, pero algo tan básico como volar con otros vientos cuando lo deseamos y no sentirnos culpables por dejarnos arrastrar por mareas indefinidas es un modo de vida incompatible con el esquema patriarcal que demasiado daño provoca cuando el caminar al lado de alguien no es acompasado.

Y me encantaría que mis tristes escudos y protecciones se rompan en añicos y que mis aburridas anclas se hundan en las arenas movedizas del amor y el deseo. Pero para ello necesito confirmar y reconfirmar y también escuchar y leer que tenemos la confianza y la tranquilidad de vivir libremente y a nuestra manera para instalarnos en ese bonito castillo cerca de la playa. La intención no es desconfiar pero me he pasado la vida llorando por dentro de tristeza con un dolor incrustado entre las costillas que condiciona claramente lo que hago y querría hacer en mi vida. He visto, vivido y sufrido demasiadas obsesiones mal canalizadas que precisamente me hacen huir y protegerme de las bellas e ilusionantes ilusiones que me despiertan algunas personas espectacularmente bonitas, interesantes, atractivas y amorosas.

Y así, me repito insistentemente que es fundamental relacionarme con personas que vivan lo más parecido a mí algunas cosas básicas; no simplemente que les parezca bien, les haga gracia o hasta asientan con la cabeza ante lo que apuesto como modo de vida en sociedad. Forma parte de la construcción de castillos de arena, de vidrio, de cartas o en el aire pero con cimientos firmes; el castillo del amor y la amistad libre y respetuosa donde lo importante no es el futuro indefinido e incierto sino el ahora concreto y real, donde el sexo con otras personas no fractura relaciones y las proyecciones son sanas y equilibradas entre los deseos presentes y a veces fugaces y los caminos desconocidos de la vida.

Esto que lees aquí son sólo palabras que hasta te parecerán vacías o contradictorias, pero mi gran apuesta es que se conviertan en hechos reales, sin miedo, para que nuestros caminos sean más ligeros cada día y soltemos lastre y prevenciones a medida que nos conocemos. Agradezco infinitamente al universo encontrarme con personas que se juegan la vida por ello.

Reproduzido do Blog Antes muerta que sumisa (Totamor)
06 out 2011

Lia, sentia, flutuava e ouvia muito "away from here"...

sexta-feira, 7 de outubro de 2011

Deixai vir à midia as criancinhas...


Todo dia é dia da criança

Elaine Tavares
07 out 2011

Para meu amigo Leo Nogueira (que é criança)

Dois homens, os quais amo muito, disseram coisas muito semelhantes sobre a criança. Um deles foi Jesus. Ao verem o mestre, numa de suas paradas, entre os caminhos poeirentos das estradas da Palestina, ser rodeado pelos pequenos barulhentos, os seus companheiros decidiram enxotá-los, acreditando que era isso que Jesus desejava. Mas o Rabi fez foi enxotar os apóstolos. “Deixai vir a mim as criancinhas, porque é delas o reino do meu pai”. Daquela cena fala Lucas, em seu evangelho: “O reino de Deus é dos que se parecem com as crianças. O que não receber o reino como uma criança, não entrará nele”, ( Lucas.18:15).

Bem mais tarde, Nietzsche, na Alemanha, vai oferecer ao mundo sua visão de super-homem. Para ele, o super-homem é, justamente, a criança. No seu lindo livro “Assim falava Zaratustra”, Friedrich diz: “Dizei-me irmãos: que poderá a criança fazer de que o próprio leão tenha sido incapaz? Para que será preciso que o altivo leão tenha de se mudar ainda em criança?” A resposta é a chave para a idéia de super-homem. Diz Zaratustra que a criança é a inocência, o esquecimento, um novo começar, um brinquedo, uma roda que gira sobre si. “Para jogar o jogo dos criadores é preciso ser uma santa afirmação. O espírito quer agora a sua própria vontade, tendo perdido o mundo, conquista seu próprio mundo”.

A criança não sabe das maldades do mundo, não foi domesticada pela sociedade onde está inserida. Nela não há bem, nem mal, apenas o viver, a descoberta. A surpreendente descoberta de um dedo que se move, de um pé, de coisas que a rodeiam e sobre as quais ela nada sabe. É por isso que um bebê pode sorrir diante de um lobo, ele não sabe do mal, está cheio de encantamento pela vida que passeia diante de seus olhos. É isso que o profeta Zaratustra, de Nietzsche, vem dizer quando propõe a “terceira transformação”. Nenhum mal, nenhum bem, só esse encantamento, esse brilho no olhar, essa sede de descobrir.

É na criança que se vê, inteira, a coragem, a nobreza, a aceitação da diferença, a força que desloca para frente, destemida. Percebe-se aqui o amor imenso de Nietzsche pelo ideal pré-socrático. A criança de Nietzsche é um pouco o herói homérico, guerreiro que vai para a luta pensando em nada. Só a vontade de lutar o impulsiona e, se sai vivo da batalha, celebra a vida que continua. Nem bem, nem mal.

Por isso, esses homens tão desiguais se encontram em mim, porque também acredito que é preciso que a gente nunca perca de vista a criança em nós. Porque só assim entraremos no “reino” (a vida boa e bonita), porque só assim nos tornaremos aquele que podendo fazer tudo, só faz o que é nobre (o super-homem).

Nesses dias que antecedem o dia da criança observei muitas coisas estranhas. Na internet rolou um movimento de colocar desenhos para denunciar a violência contra a criança, e coisas do tipo. Acredito que isso pode ser válido, mas não é suficiente. A violência contra as crianças começa dentro da gente. Todo o drama da violência que vimos expressado cotidianamente nos programas televisivos de desgraças e nas páginas policiais é fruto da ação de adultos que perderam sua criancice. Seja pela desgraça da miséria e da dor que pode ter sido tão grande que os endureceu, seja pela violência de um sistema que tem por premissa básica o lema: para que um viva, outro tem de morrer.

Quando vejo por aí essas caminhadas pela paz, ou esses movimento virtuais, isso me desconforta. Não basta pedir paz aos “bandidos”. Essas criaturas que andam pelos caminhos roubando e matando não são sensíveis a isso. Elas querem é ver mudanças concretas nas suas vidas. Por que raios dariam paz a uma classe que as oprime e destrói? E aí o círculo da violência segue girando.

O concreto da luta pela paz é a mudança real de cada ser humano. Viver como criança, sentir como criança, brincar como criança, amar como criança. Gratuidade, alegria, partilha. Caminhar nessa beleza é o primeiro passo. Depois, já impregnados dessa ternura infantil, a gente sai para a vida, para mudar o mundo. No partido, no sindicato, no movimento, na luta real, concreta, nas estradas secundárias. Mudar o sistema, o modo de organizar a vida. Atuar no sentido de tornar todos crianças, capazes da nobreza, do bem-viver.

Nestes dias em que a televisão ideologiza e bestifica a infância induzindo ao consumo desenfreado, eu busco Jesus e Nietzsche, esses meus amigos, para tentar soprar algum segredo mágico nos ouvidos que sabem ouvir: ouvidos de criança.

Assim, quem sabe, em vez de comprar presentes de plástico, a gente não sai por aí dando cambalhota, pulando amarelinha, brincado de esconde-esconde, cantando cantigas de roda, passando rasteira nos vilões do amor? Precisamos ser crianças, todos nós... Só assim, quem sabe, essa coisa egoísta e fútil que se tornou o mundo, começa a mudar.

Reproduzido de Palavras Insurgentes


“Olhai as crianças nos campos, nas ruas, nas montanhas, nas casinhas pobres, como crescem... Elas não têm celular, nem televisão ou tablets, e eu sei e digo, que nenhum "Salomão" da Educação e da Comunicação jamais teve tanta alegria e sabedoria quanto elas”...


Leo Nogueira Filosomidiando em trecho da dissertação "Telejornais e crianças no Brasil: a ponta do iceberg" em andamento. Defesa provável em 11/11/11 UFSC.