..."Ora (direis) ouvir estrelas! Certo Perdeste o senso!" E eu vos direi, no entanto, Que, para ouvi-las, muita vez desperto E abro as janelas, pálido de espanto...
E conversamos toda a noite, enquanto A Via Láctea, como um pálio aberto, Cintila. E, ao vir do sol, saudoso e em pranto, Inda as procuro pelo céu deserto.
Direis agora: "Tresloucado amigo! Que conversas com elas? Que sentido Tem o que dizem, quando estão contigo?"
E eu vos direi: "Amai para entendê-las! Pois só quem ama pode ter ouvido Capaz de ouvir e entender estrelas"[1]
[1] BILAC, Olavo. Antologia : Poesias. São Paulo: Martin Claret, 2002. p. 37-55.
A esta hora, exactamente, Hay un niño en la calle... Hay un niño en la calle!
Es honra de los hombres proteger lo que cresce, cuidar que no haya infancia dispersa por las calles, evitar que naufrague su corazón de barco, su increíble aventura de pan y chocolate poniéndole una estrella en el sitio del hambre. De otro modo es inútil, de otro modo es absurdo ensayar en la tierra la alegria y el canto, porque de nada vale si hay un niño en la calle.
A esta hora, exactamente, Hay un niño en la calle... Hay un niño en la calle!
Pobre del que ha olvidado que hay un niño en la calle, que hay millones de niños que viven en la calle y multitud de niños que crecen en la calle, yo los veo apretando su corazón pequeño, mirándonos a todos con fábula en los ojos, un relámpago trunco les cruza la mirada. porque nadie protege esa vida que crece y el amor se ha perdido, como un niño en la calle...
No debe andar el mundo con el amor descalzo enarbolando um diario como un ala en la mano, trepándose a los trenes, canjeándonos la risa, golpeándonos el pecho con um ala cansada; la niñez arriesgada a una estrecha ganancia porque entonces las manos son inútiles fardos y el corazón, apenas, una mala palabra.
A esta hora, exactamente, Hay un niño en la calle... Hay un niño en la calle!
A esta hora, exactamente, Hay un niño en la calle... Hay un niño en la calle!
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