La sagrada festividad del Qoyllur Riti
El renacer de la milenaria espiritualidad andina.
Todos los años durante el último “Killa Hunt’asqa” (Luna llena) previa al Intiq Raymi (Fiesta del Sol del Solsticio de invierno) se celebra en el nevado de Awsanqateq (6165 m.n.s.m), la mayor peregrinación espiritual y religiosa del mundo andino contemporáneo y la festividad indígena más grande de América.
Cada año, cerca de ciento setenta mil personas, provenientes de los pueblos que conformaran el antiguo Tawantinsuyu de los Incas, peregrina cerca de ocho kilómetros con fe y devoción hacía las faldas del nevado Qollqe Punku hacia los 4,600 metros de altura a temperaturas bajo cero.
Arriba, en la pampa de Sinakara se prepara la llegada de los peregrinos organizados en “Naciones” espirituales y culturales como Quispikanchi, Kanchis, Paruro, Anta, Qeros, Qosqo, Paukartampu, y Tawantinsuyu. Aunque la festividad se haya sincretizado con matices cristianos expresados en el “Señor de Qoyllur rit’i, producto de la cristianización europea de América, esta festividad hunde sus raíces en la milenaria espiritualidad prehispánica de los Andes, expresada en el Suyu Kuraq Apu o la Montaña Mayor del Tawantinsuyu, donde los Incas peregrinaban para renovar sus votos con las energías cósmicas y solares de los Apus y del Hanan Pacha (Espacio-Tiempo Superior o Cósmico).
Así mismo, el Qoyllur Rit’i se relaciona con la aparición de las Pleyades en el cielo andino, son siete estrellas brillantes cuya aparición se inicia a pocas hora del amanecer del 5 y 6 de Junio, llamadas también “Unquy Qoyllurkuna, Qullqa, Qatachallay” “Constelación del Felino y la Guarida del Jagua” estrellas que marcaban el pre inicio del Año Cósmico Agrícola.
En la última Luna llena antes del Solsticio de Invierno, los Hijos del Sol renuevan sus votos con las Qoyllurkuna, las Estrellas Cósmicas del Hanan Pacha, del cielo, recibiendo los rayos cósmicos atrapados en la nieve, antiguamente estos hielos de la cima del nevado, eran llevados por los Ukukus, hombres osos, y actualmente por los Pabluchas o Paulichas, a sus respectivos pueblos, para convocar la lluvia y buenas cosechas por medio del “Takiy” y el “Tusuy” es decir los canticos y danzas sagradas de las comparsas y peregrinos a lo largo de su bajada del nevado.
¿Por qué Qoyllur Rit’i?
Kimichu nos menciona lo siguiente:
La peregrinación al santuario de Qoyllur Rit’i es, para nosotros los hijos de los Andes, un evento que condensa la realidad. Es la magia del mito, que se siente melodiosamente con el corazón grupal, al influjo de los vientos pentafónicos y de la percusión, cuando cada comunidad debe ejercer su coreografía, con guión tomado de las estrellas.
Entonces, el ánima grupal es sintonizada por danzarines, paulluchas y peregrinos para meter todos los tiempos, los sembradíos, las ilusiones y la vida misma en un largo suspiro colectivo.
Y es así que, desde siempre y desde los pulmones de cada comunidad y de cada nación convocada, vibrando a cerca de 5 mil metros de altura, nosotros renovamos en cada luna llena anterior al solsticio de invierno, ese instante eterno cuando la Pacha Mama, escogiendo las nieves eternas del Apu Sinakara, abrió su seno a un veloz, brillante y metálico mensajero del Hanan Pacha.
Porque EL, surcando el firmamento con enorme cola de fuego, selló un secreto e insondable pacto de amor que haciendo retumbar la entrañas del Ukhu Pacha, por todo el espinazo de los Andes, dejó salpicar la simiente de los antiguos Ayllus y Panacas, ya entre las quebradas que tiñen de verde a los arenales de costa, ya entre las marrones aguas que serpentean las lujuriosas selvas al oriente, pero sobre todo entre la miríada de vallecitos interandinos, para así labrar en las piedras del alma, los sentimientos de la memoria genética de las Naciones Andinas Ancestrales.
Por eso, llegada la época, cada hijo y a cada hija del Qosqo, ejercitamos el privilegio de escuchar las campanadas de la genética, y a despecho de las imposiciones de lo ajeno o de los ajetreos del cotidiano, agarramos nuestros bultos y a nuestros niños, y con los víveres a la espalda, nos confiamos a la nocturna Chakana y a las siluetas que manda dibujar el Apu Ausankateq, para dejar que nuestras entrañas nos lleven hasta las faldas del Apu Sinakara.
Ya allí, al levantar el alba del día central, esperamos a que los paulluchas coronen las nieves eternas del QolqePunko, con Cruz andina y nuestra bandera de todos colores. Esa es la señal.
Entonces, al influjo de la magia de la danza, de la música y de los secretos de la coreografía, nos abrimos a los mundos de aquí, de arriba y de abajo, acariciando el milenario equilibrio del Runa y su Ayllu con el Universo. Solo entonces nuestros sentimientos pueden decirle nuestras cosas al sincrético Taytacha de Qoyllur Rit’i, al Cristo campesino, al metálico mensajero del Hanan Pacha.
Porque así habíamos sido, porque así somos, porque así seremos siempre.
Kimichu Comunidad KHIPU Ayllu – Nación Tawantinsuyu
Jym Qhapaq Amaru – Pachayachachiq – Limaq Marka.
ISK. Instituto de Investigación Sumaq Kawsay
Fotografía: Foto Perú. www.fotoperu.org
Reproduzido de Qhapaqkuna
18 jul 2012
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