Mente creativa y mente
consumista
Alonso del Rio
De todos los patrones mentales que
tenemos que forman el “sistema operativo” que usamos y que podemos llamar
“nuestra forma de pensar” el patrón de consumo es uno de los más comunes,
difundidos, arraigados y poderosos.
La ley primordial en el universo es el
equilibrio, es el paradigma de la salud, la armonía y el buen vivir. Solo
escapan a esta ley -en un extremo- lo insano, que representa la perdida del
orden natural y el correspondiente equilibrio (a cada nivel de conciencia le
corresponde su propio “equilibrio”) y en el otro extremo las medicinas, los
curanderos y demás personajes que habitamos los extremos con la intensión de
ecualizar la energía.
Sin embargo cada nivel de conciencia
representa la posibilidad de conocer un “mejor equilibrio”, una realidad más
real.
Es importante reconocer que todos en
algún momento partimos del caos y nos dirigimos al orden, comenzamos totalmente
desequilibrados y vamos logrando mejores equilibrios, nacemos de la
inconciencia pero podemos ser padres y madres de la conciencia…
Dentro de este devenir el
entendimiento de las etapas o los estados que atraviesa nuestra mente es
fundamental para promover el cambio, la evolución. No basta dejar todo a la
naturaleza. Justamente una señal de madurez es darse cuenta que en algún punto
uno puede intervenir el ritmo de su evolución. Aquí es donde empieza
verdaderamente tu camino, cuando asumes tu destino y bailas a tu propio ritmo,
aunque para “muchos” sea ligera o grandemente desequilibrado.
El estado básico, no desarrollado,
primitivo y desequilibrado de la mente es el consumismo.
Pido sabiduría para comprender esto y
no se malentienda. El motor de la evolución es el placer. Esto se expresa como
la búsqueda permanente del bienestar. Pero cuando uno está totalmente
desequilibrado las cosas que nos dan placer no son siempre las mejores o las
más adecuadas dando como resultado mayor desequilibrio (es así también -más o
menos- como trabaja el sistema) Por eso gran cantidad de religiones confundidas
condenan al placer como si fuera el responsable del desmadre y no discriminan
entre los placeres que te elevan y los que te hunden (haciendo que el camino
parezca árido y hostil cuando es la pura belleza).
Creo que la vida trata básicamente de
este descubrir, hay muy pocas cosas en mi vida que no realice con autentico
placer, y aún las que todavía no me dan placer pienso que son placenteras pero
soy yo quien no se da cuenta. Generalizando, todo lo hago por placer. Disfruto
tanto sentarme a escribirles como disfruto guardar silencio.
Sin embargo no me es lejano recordar
los estados de consumo compulsivo por los que atravesó mi mente ni las
tremendas ansiedades que tuve que soportar antes de abandonar ciertos patrones
de consumo (los más desequilibrantes) antes de entender que todo apunta a
lograr el estado de autocontento, que la felicidad no está solo afuera, sino
que podemos convertirnos en productores de felicidad (no solo para el auto
consumo sino también para la exportación).
Pero todo va ligado al placer, a la
serenidad y a la paz que uno va logrando al liberarse del consumo que nos
desequilibra hasta lograr ser productores de equilibrio.
Así podemos pasar de tener una mente
consumista o una creativa, siendo la primera el perfecto instrumento del caos y
la destrucción mientras la puede encontrar el placer en ser parte de la
solución que necesita nuestra humanidad.
La idea fundamental es No reprimir,
sino cambiar nuestros patrones de consumo y consumir cosas que propicien la
armonía.
Quise esperar unos días que pase
navidad y fin de año para no hacer el papel de aguafiestas y estar
-aparentemente- todo el tiempo señalando lo negativo. Me aguante y me mordí la
lengua -porque hasta en eso a veces encuentro placer- para que esta reflexión
tenga un efecto más persuasivo.
“Normalmente” vivimos consumiendo
desaforadamente. Consumimos objetos, bienes, emociones y hasta personas,
vivimos consumiéndonos, limitando nuestras relaciones a relaciones de consumo,
de “aprovechamiento”. Por eso nos resulta tan complicado ver todas las
implicancias de nuestro consumo porque incluye hasta nuestras emociones.
Pero esta situación tiene un pico
verdaderamente grotesco en Navidad. Es algo que lo noto desde hace muchos años
y cada vez es más fuerte la necesidad de no ser parte de eso.
Me parece totalmente esquizofrénico
que en nombre del amor la basura se multiplique por 10 y hasta por 100 en
algunos lugares. ¿No podemos ser un poco más creativos y regalarle algo mejor a
la madre tierra? ¿siempre seremos igual de débiles y conformistas borregos
inconscientes? ¿o algún día lograremos tener una mente un poco más creativa?
Lo más triste es que ya hay daños que
son irreversibles, especies animales extintas, bosques irrecuperables y
contaminación fuera de control y no puedo imaginar mi cara ni la cara de
nuestros hijos cuando en unos años nos pregunten: ¿Y cómo pudieron hacer esto y
no hicieron nada para evitarlo?
Aproximadamente cada tonelada de
productos industriales genera 20 toneladas de basura en su proceso de
producción.
Espero que para el próximo año seamos
muchos regalando amor y no basura.
Reproduzido
de Alonso del Rio - Canciones de Medicina . Facebook
15 jan 2014