¿EXISTE
UNA EDUCACIÓN NAZI SOBRE NUESTROS PUEBLOS?
junio,
2013
Escribe
Javier Lajo
Aquí debemos referirnos al lamentable sistema educativo
de los países andinos que desde nuestro enfoque tenemos que calificar como un
sistema de ‘control cultural’, que al estilo nazi ejercen un racismo
educativo a gran y profunda escala; estos “sistemas educativos” ejercen el
magisterio en nuestros países en forma “normal” y corriente; es decir el
racismo aquí es puesto en ejercicio de manera “sistémica”, subjetiva,
inconsciente, lo cual agrava su carácter discriminador, excluyente y más aun,
funge de invisible. Tal como le dijo Martha Hildebrandt a Maria Sumire en una
confrontación racista en el Congreso de la República: ¡Cada cosa y cada quien,
en su sitio!
En el Perú, Ecuador y Bolivia, como países de gran
población Quechua (millones de ciudadanos) deberían existir por lo menos dos
Ministerios de Educación, uno Quechua y otro Castellano (Entiendo que hay otros
pueblos que deben tomarse en cuenta, pero aquí quiero referirme solo al pueblo
Quechua); pero no para que enseñen o eduquen exclusivamente o excluyentemente
en una cultura u otra, sino para que haya el debido desarrollo endógeno de la
educación en cada una de las culturas. La cultura quechua debe ser impartida a
los niños quechuas, sin incurrir en el mismo vicio del sistema de educación
criolla: excluyendo a la “Otra” cultura, pero si priorizando la propia. Es
así que mientras existan exclusivamente sistemas educativos occidentales,
nuestros niños indígenas estén “pedagógicamente” condicionados a abandonar
nuestras propias culturas indígenas y esto se llama ETNOCIDIO; y lo que es
igual o más grave aún, que estos mismos niños no puedan asimilar la cultura
occidental en forma eficiente y efectiva, deviniendo la mayoría de los
educandos en lo que JM Arguedas llamaba personas “aculturadas”. Un niño que no
se ha asimilado o “transculturado” a la cultura occidental (acriollamiento)
no pasa del quinto de primaria: ES DESAPROBADO, en sus asignaturas
“normales”, por simple crisis de “desadaptación”.
¿Hasta cuándo vamos a permitir la inexistencia de sistemas
educativos oficiales para los pueblos Quechuas, (por lo menos) en los tres
países andinos?. Sistemas educativos quechuas que son derechos
humanos elementales, que debemos conseguir como prioridad básica, luego vendrán
en segundas y terceras prioridades los sistemas interculturales. Pero
insistimos: No se pueden implementar sistemas interculturales, de buena fe, si
una de las culturas sufre aún los estragos del colonialismo, del racismo y de
la exclusión. En este sentido los que proponen sistemas interculturales
actualmente, pecan de ingenuidad o de mala fe.
Nuestra cultura andino- amazónica ha resistido 500 años a
su desaparición y esa resistencia es la base firme para un futuro de paz y
soberanía de nuestros países andinos. Sobre todo hoy que ciertas potencias
hegemonistas están tratando de identificar globalización con occidentalización.
La inexistencia entonces de sistemas educativos quechuas (para mencionar solo
el caso más flagrante) comprueba una vez más nuestra falta de independencia y
soberanía como estados–republicas libres. Falta mucho para que existan
condiciones efectivas de aplicación del principio constitucional como estados
plurinacionales, que ya rige en algunas constituciones de nuestros países
andinos.
El colonialismo occidental en América ha inventado el
“ser indio” como un gran desvalor. Ser indio es una verdadera maldición,
porque ese es el insulto para los dominados. Esto se nos hace evidente, en
algún momento de nuestras vidas, cuando de niños, alguien nos dijo “indio”,
como un insulto. Cuando alguien comienza a “cholearnos”, allí descubrimos
con sorpresa que vivimos en un mundo en donde existimos los indios y los
no-indios, y que vale mucho más, millones de veces más, NO SER INDIO.
Porque ser indio es ser el peor de los seres humanos, el más feo, el más pobre,
el más torpe, el más inútil, el más apestado, el más ignorante, en pocas
palabras: LO PEOR DEL GENERO HUMANO. En ese momento sentimos la peor de
las frustraciones, la frustración del no querer ser nosotros mismos y sí más
bien, ser “los otros” los dominantes, siempre tendiendo a los “blancos”.
Es decir a todos los indígenas o cholos, nos ha
pasado. Aquí comienza el trauma mayor de los indios, el comienzo de la
esquizofrenia peruana, boliviana o ecuatoriana: DEJAR DE SER UNO MISMO, PARA
TRATAR INFRUCTUOSAMENTE DE SER OTRO. Este es el punto medular del quiebre
de la identidad nacional: La ruptura del hilo de continuidad, el aborrecer
nuestro pasado y presente, para asumir un futuro ajeno e imposible.
Y esto es lo que nos hace sufrir a los andinos: El dejar
de aborrecer la memoria, la identidad propia para ASUMIR PASIONAL y
VERGONZANTEMENTE UNA DESCONOCIDA MEMORIA EJENA.
¿ES
LA IDENTIDAD UNA CUESTION DE RAZA?
La raza no es lo más importante en este drama de los
países andinos. Lo nuestro es un problema cultural y de civilización
propia, tal como lo veremos. Más allá de los problemas de la raza, que es lo
más superficial, LA CUESTIÓN DE LA IDENTIDAD es un tema que concierne a nuestra
CIVILIZACIÓN ANDINA, pero también implica un PROYECTO HISTÓRICO claro y que ha
venido definiéndose como el HORIZONTE SUMAQ KAWSAY o de la “VIDA PLENA”.
Lo que explica la NO-EXISTENCIA de una cultura única, es la presencia de dos
civilizaciones que no se han fusionado para dar un proyecto nuevo pues una de
ellas intentó y sigue intentando desaparecer a la otra, no han convivido en
armonía fecundándose recíprocamente, en mutua convergencia. Lo que ha
existido ha sido oposición, confrontación y choque de culturas. Esto ha
sucedido porque los grupos, clases o castas que han monopolizado el poder
político de los Estados criollos, desde que llegó Pizarro, han estado afiliados
a la civilización occidental y en cuyo proyecto histórico nunca hubo cabida
para la civilización andino-amazónica, ni ninguna otra civilización, porque la
occidental tiene una matriz excluyente.
El tipo del Estado-república criollo ha sido calcado del
modelo republicano-napoleónico, y la constitución y las leyes son calco de las
tradiciones jurídicas latina y anglosajona. El colonizador actual piensa
que nuestra cultura autóctona esta muerta o debe morir, porque según él, es
ínfima, inferior a la occidental y no tiene futuro propio. El pensamiento de
Mario Vargas Llosa en la “Utopía Arcaica” es el más claro y explícito ejemplo
de lo que aquí decimos, por eso habla de una “utopía” que según él estaría
presente en las mentes y corazones de los despojos o “muertos vivientes” que somos
y que “quieren regresar al pasado para volver a existir”. Tanto es así,
que el único futuro imaginable, es decir el progreso, el avance, el desarrollo,
la modernidad, y la globalización están dentro del cauce de la civilización
occidental. En su “imaginario”, como les gusta decir a sociólogos, los
indígenas “son muertos” que deambulan con el deseo de “regresar al pasado”,
para “volver a vivir”, traduciendo así su gran deseo de que desaparezcan
finalmente de la faz de la Tierra; no es otra la interpretación de la actual
“inexistencia” de pueblos indígenas en la sierra.
Lo que nos explica José María Arguedas, a través de sus
obras, es que existe una confrontación y pugna de dos civilizaciones en nuestra
patrias, la cual ha condicionado también la presencia de dos proyectos
históricos diferentes. No son dos propuestas diferentes, dentro de una
civilización común; se trata de proyectos diferentes que tienen que ver con
“modos de vida”, formas distintas de concebir el mundo, la naturaleza, la
sociedad, el hombre y la mujer; de dos formas distintas de valores; de dos
tipos de aspiraciones para la realización plena del ser humano. Es decir,
de dos sentidos de transcendencia que tienen cada uno su propia y única matriz
que es lo que diferencia a NUESTRO PROYECTO HISTÓRICO ANDINO INTEGRADOR, con el
del proyecto colonialista excluyente y usurpador.
Claro que desde el lado occidental ha habido proyecto de
“unificación”, pero nunca ha sido postulado como una unión, ni siquiera a
partir de una cultura nueva que sea la síntesis de las anteriores, sino a
partir de la eliminación de nuestra cultura andina y la generalización de la
cultura occidental, y a ese hibridismo estéril es a lo que llaman graciosamente
“mestizaje”.
La medida del CUANTO TIENES, CUANTO VALES, como máximo
principio de occidente significa que el SER se ha erosionado y banalizado en el
TENER, y el tener se cuantifica en dinero con el que se compra y se vende. De
esta forma, el SER es idéntico al DINERO y al comprar y vender. No es más rico
el que gana más estima social o cariño colectivo, como en la cultura andina,
sino, es más rico el que tiene más dinero. De esta forma es entendible
que el neoliberalismo tenga como su máximo objetivo convertir al universo
entero en un “gran mall” o supermercado en donde todos, hasta los consumidores
tengamos nuestro código de barras (con precio incluido) impreso en la frente.
En esto precisamente se diferencia la “prostitución” generalizada que persiguen
los “vendepatria” y que los diferencia sustancialmente de los peruanos dignos y
soberanos: Que los productores y consumidores de esta tierra, si tenemos una
identidad digna y soberana, con muchos milenios de continuidad ininterrumpida.
Nuestro proyecto histórico y orden andino, el de los
peruanos patriotas y soberanos, tiene una misión que pasa por unificar estos
dos proyectos, pero teniendo como cimiento imprescindible nuestra cultura
andina, debemos juntarlos y la única forma de hacerlo es por las buenas,
por el mutuo consenso, porque a la fuerza es imposible, “los otros” hace 500
años están intentando dominarnos, desaparecernos y no pueden ni podrán nunca,
pero tampoco podrá ser a la inversa, porque el instinto excluyente no está en
los paradigmas civilizatorios andinos.
Reproduzido (texto e foto) de Nosotros Peru
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Leya también del autor, "Un modelo Sumaq Kawsay de gobierno", en Argenpress clicando aqui.
Comentário de Paqonawta:
Con-cordo plenamente com a questão colocada. A
originalidade e singularidade presentes/vivos no "sistema
educacional" ancestral Quechua, a meu perceber, nasce/passa/emana uma
sabedoria milenar que deve inspirar o amadurecimento/avanço/evolvimento do que
temos por "sistema educativo ocidental hegemônico". Esse sistema-de-mundo
que vai nos estertores da morte, mesmo que queira se renovar em suas formas e metodologias,
em seus conteúdos e ideologias.
Qualquer saber/fazer nascente dessa matriz desumanizante
que tem força, mas não tem amor, que esconde em firulas de leis as propostas -
inclusive à sistematização da educação intercultural – com os fins de exploração/dominação
do outro, ao en-cobrimento da vida em sua singularidade, está fadado a des-truir-se,
porque no começo, no meio e no final de tudo promove a morte do ser.
Será possível um passo verdadeiramente re-evolutivo para
esse mundo quando professores evoluirem com/como sábios Amawtas e,
alunos/estudantes como Des-cobridores de seus próprios Caminhos nos
quatro/oito/mil e um cantos e en-cantos do Universo, do micro ao macrocosmo.
O "Emíndio", ser-em-des-coberta de si mesmo e
do cosmo, a partir dos Andes, é o passo re-evolutivo na Educação ("escolarizada"
como sistema, ou como “processo”) "indio-sociada" da vida para a
re-humanização do Planeta no concerto das Esferas.
O "ser Índio", nesse meu perceber, como re-in-vestir-se
de atitude criativa e amorosa nas buscas/entregas às des-cobertas para o Bem
Viver com todos e no todo, é o passo fundamental e necessário nesse outro ciclo
que ora iniciamos. Esse passo re-evolutivo que re-vira-voltará o mundo virá dos
Andes, das comunidades descendentes dos Grandes Ancestrais. O “ser índio” é
esse re-a-propiar-se da simplicidade e da grandeza espiritual e soberania dos
povos ancestrais in-destrutíveis, alicerces desse Outro Mundo des-coberto,
Andino.
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