Lo sueño siempre que la tristeza no me lo impide, H.R. Herzen
Me encantaría vivir en un lindo pueblo o en un increíble castillo compartiendo mi cotidianidad y mis deseos con todas las personas que considero bonitas a mi alrededor. Y también quiero morir ahí, no me importa cuándo, pero ahí. Y espero y confío que le digan a todas las personas que también consideran bonitas que vengan, que hay sitio para todas cuando el cariño nos gobierna. Parto de la base de que los y las amantes de mis amantes deberían ser siempre mis amistades y, si el cuerpo nos reclama, quizá también mis amantes. No lo dudo, que nadie lo dude.
Y claro que se lo repito a todas y a todos los personajes que se me cruzan en la vida y que genero con ellos una relación linda y agradable o explosiva y trepidante; creo que no engaño a nadie por ello. Lo escribo, lo grito, lo bailo, lo canto, lo pinto y lo sueño siempre que la tristeza no me lo impide. A partir de ahora ya lo tienes por escrito. Puedes mirar para otro lado, puedes criticar por el placer de hacerlo, puedes despotricar y asegurar que es sólo una burda estrategia más de las muchas que tengo para embaucar a inocentes pescaditos que caerán en mis redes malignas y mentirosas. Puedes ver contradicciones, incoherencias, absurdos, paradojas, discordancias, incongruencias o desatinos, pero los días que me levanto con fuerzas, que suelen ser casi todos, esa es mi firme apuesta, ironía de una vida sin ilusiones.
Ya sabes que cuando una persona entra en mi vida, es decir, en mi corazón, quiero que se quede para siempre, hasta que la muerte nos separe. Y sé que habrá momentos, épocas y situaciones de acercamiento y alejamiento, de obsesión y descanso, de risa y llanto, de atracción y hasta de repulsión, de planes y proyecciones como también de hundimiento de cimientos para quizá volverlos a levantar. Habrá demasiado de todo y mucho de nada, caminares compenetrados y miradas esquivas, bailes pegados y orquestas aburridas, sexo imparable y camas frías, paseos exquisitos y huidas por la espalda, días de sol y túneles sin salida, comilona de perdices y sabores amargos.
Si no creyera en la balanza, ya me habría hecho dilapidar en este absurdo disparate; eso es, ya hubiera acatado las órdenes sutiles del patriarcado dominante y habría agachado la cabeza para conseguir marido, hipoteca, patrón, dios, miedo, uniforme, apariencia, amo, represión, consumo, estrés, mascota...
Y repito en todos los susurros al oído, en todas las conversaciones de iguales, en todos los espacios que puedo: quiero que nos amemos en libertad y que nos cuidemos generosamente, deseo que alimentemos y nunca cortemos las alas de la curiosidad a muchas hijas e hijos fruto de infinitas noches, mañanas, tardes y ratos de sexo, pasión y placer lindo y agradable; juntas, revueltas, en pareja, en tríos o de cuatro en adelante, como más nos guste o apetezca en el momento, pero siempre con horizontes de cariño y ternura.
Sé que me moriré cualquier día y no habré sentido que esa maravillosa utopía es real, porque es eso, una camino a seguir con estrellas fugaces de fondo que te hacen ir de un lado a otro para nunca llegar al destino. Es un ideal, una quimera, una fantasía, una ilusión, un sueño y una invención fruto de la imaginación, el anhelo y hasta de la alucinación de la enfermedad obsesiva que me invade. Como cantaba Sabina, “no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”. Y la nostalgia eterna me parece una cagada de vida.
Ese castillo no tiene que ser un lugar físico, puede ser una red de emociones, una conexión de cariños, una malla de sentimientos, una urdimbre de deseos, una trama de afectos, un tejido de caricias, una relación de relaciones. Y que fuera hogar de todas y que sea un lugar de acogida o de paso para visitantes, cómplices o amantes ocasionales. Preferiría que eso fuera en una playa o muy cerca, que hiciera un tórrido calor la mayor parte del año, que fuera en total armonía con la naturaleza, con mucho trabajo y dedicación, con música, baile y arte impregnando cada recoveco. Que los conflictos y problemas existan pero los sepamos solucionar sin traumas ni pérdidas irreparables.
¿Egoísmo? Inventemos entonces la palabra “nosismo” (ego, yo; nos, nosotras) y partamos de una concepción de la vida en que nuestro interés colectivo guíe nuestro actuar por ética, razón, pasión o necesidad. Y aunque parece (de apariencia) muy bonito no es tan fácil el camino. Suena muy idílico, pero algo tan básico como volar con otros vientos cuando lo deseamos y no sentirnos culpables por dejarnos arrastrar por mareas indefinidas es un modo de vida incompatible con el esquema patriarcal que demasiado daño provoca cuando el caminar al lado de alguien no es acompasado.
Y me encantaría que mis tristes escudos y protecciones se rompan en añicos y que mis aburridas anclas se hundan en las arenas movedizas del amor y el deseo. Pero para ello necesito confirmar y reconfirmar y también escuchar y leer que tenemos la confianza y la tranquilidad de vivir libremente y a nuestra manera para instalarnos en ese bonito castillo cerca de la playa. La intención no es desconfiar pero me he pasado la vida llorando por dentro de tristeza con un dolor incrustado entre las costillas que condiciona claramente lo que hago y querría hacer en mi vida. He visto, vivido y sufrido demasiadas obsesiones mal canalizadas que precisamente me hacen huir y protegerme de las bellas e ilusionantes ilusiones que me despiertan algunas personas espectacularmente bonitas, interesantes, atractivas y amorosas.
Y así, me repito insistentemente que es fundamental relacionarme con personas que vivan lo más parecido a mí algunas cosas básicas; no simplemente que les parezca bien, les haga gracia o hasta asientan con la cabeza ante lo que apuesto como modo de vida en sociedad. Forma parte de la construcción de castillos de arena, de vidrio, de cartas o en el aire pero con cimientos firmes; el castillo del amor y la amistad libre y respetuosa donde lo importante no es el futuro indefinido e incierto sino el ahora concreto y real, donde el sexo con otras personas no fractura relaciones y las proyecciones son sanas y equilibradas entre los deseos presentes y a veces fugaces y los caminos desconocidos de la vida.
Esto que lees aquí son sólo palabras que hasta te parecerán vacías o contradictorias, pero mi gran apuesta es que se conviertan en hechos reales, sin miedo, para que nuestros caminos sean más ligeros cada día y soltemos lastre y prevenciones a medida que nos conocemos. Agradezco infinitamente al universo encontrarme con personas que se juegan la vida por ello.
Reproduzido do Blog Antes muerta que sumisa (Totamor)
06 out 2011
Lia, sentia, flutuava e ouvia muito "away from here"...
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